Sólo uno de los tres 'etarras' confesó al juez el plan de fuga del jefe del 'comando Madrid'

Mikel Beloqui Iríbar, de 31 años fue el único de los tres etarras implicados en el espectacular plan de fuga para liberar al jefe del comando Madrid, José Ignacio de Juana Chaos, que confesó ante el juez su participación en el asunto y reveló los detalles de la operación, según fuentes jurídicas competentes. El responsable del grupo, José Luis Muñoz Rodríguez, de 35 años, y la tercera persona que realizaba los preparativos, Iñake Cortadi Alústiza, de 26 años, se negaron a declarar.Todos ellos denunciaron haber sido objeto de malos tratos aunque el examen del forense dio resultado...

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Mikel Beloqui Iríbar, de 31 años fue el único de los tres etarras implicados en el espectacular plan de fuga para liberar al jefe del comando Madrid, José Ignacio de Juana Chaos, que confesó ante el juez su participación en el asunto y reveló los detalles de la operación, según fuentes jurídicas competentes. El responsable del grupo, José Luis Muñoz Rodríguez, de 35 años, y la tercera persona que realizaba los preparativos, Iñake Cortadi Alústiza, de 26 años, se negaron a declarar.Todos ellos denunciaron haber sido objeto de malos tratos aunque el examen del forense dio resultado negativo. La cuarta detenida, María José de Águeda López, de 32 años, esposa de Muñoz, fue puesta en libertad sin cargos por no tener intervención en los hechos.

Beloqui relató la operación de fuga y confirmó los detalles ofrecidos por la policía de que pretendían entrar en el patio de la prisión Sevilla 2 con un helicóptero camuflado con los distintivos de la Cruz Roja para liberar a De Juana y otros cuatro etarras.

A continuación, en el aparato se trasladarían a la sierra de Altamira, en el límite de las provincias de Cáceres, Toledo y Badajoz, donde se iban a esconder unos días en un zulo construido al efecto con planchas de madera de aglomerado para finalmente huir a Portugal en una lancha neumática tipo Zodiac vestidos con uniformes de la Compañía de Operaciones Especiales (COE) a través del Guadiana.

El refugio, cuya entrada puede apreciarse en la fotografía de la derecha, estaba situado en un alto, en un bosque de eucaliptos, desde donde se domina toda la zona y podrían haberse escondido en caso de ser buscados. La entrada estaba camuflada con ramas y piedras y no podía encontrarse más que conociendo el lugar en que se encontraba.

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