Cartas al director

La penuria de un poeta

El artículo sobre Gabriel Celaya que publica hoy trae a mi memoria la mañana, a mediados de los años sesenta, en que el llamado Tribunal de Orden Público le: condenó al poeta a una multa por un llamado delito de opinión. Cuando los corresponsales extranjeros le preguntábamos si iba a pagar, nos contestaba, con esa sonrisa suya: "¡Qué remedio! Si no, me subastarán mis libros".Leyendo en su periódico que por fin ha tenido que malvender su biblioteca, puede imaginarse hasta qué nivel insostenible haya llegado el apuro de este artista. Lo que resulta más dificil de imaginar es cómo un país que der...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El artículo sobre Gabriel Celaya que publica hoy trae a mi memoria la mañana, a mediados de los años sesenta, en que el llamado Tribunal de Orden Público le: condenó al poeta a una multa por un llamado delito de opinión. Cuando los corresponsales extranjeros le preguntábamos si iba a pagar, nos contestaba, con esa sonrisa suya: "¡Qué remedio! Si no, me subastarán mis libros".Leyendo en su periódico que por fin ha tenido que malvender su biblioteca, puede imaginarse hasta qué nivel insostenible haya llegado el apuro de este artista. Lo que resulta más dificil de imaginar es cómo un país que derrocha tanto dinero para darse un superficial prestigio cultural permite que un poeta de esta talla llegue a tal situación de penuria.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En