Tribuna:

La pareja

Josep Lluís Núñez ha aprendido rápidamente de Johan Cryuff. Con la misma celeridad con que el Profeta del Gol mete su mano en la chistera y culpa a los jugadores, a los árbitros, a la presión ambiental o incluso a la Prensa de sus continuos fracasos, Núñez decidió anoche que la culpa de todo lo que le pasa al Barcelona la tienen los socios.Por arte de birlibirloque, sin encomendarse a Dios ni al diablo, Núñez acusó, a 13 de febrero de 1990, a los socios barcelonistas de haber contratado a Cruyff. Acorralado por las críticas, incapaz de defender con credibilidad su gestión económi...

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Josep Lluís Núñez ha aprendido rápidamente de Johan Cryuff. Con la misma celeridad con que el Profeta del Gol mete su mano en la chistera y culpa a los jugadores, a los árbitros, a la presión ambiental o incluso a la Prensa de sus continuos fracasos, Núñez decidió anoche que la culpa de todo lo que le pasa al Barcelona la tienen los socios.Por arte de birlibirloque, sin encomendarse a Dios ni al diablo, Núñez acusó, a 13 de febrero de 1990, a los socios barcelonistas de haber contratado a Cruyff. Acorralado por las críticas, incapaz de defender con credibilidad su gestión económica y deportiva, Núñez volvió a echar mano de la primera ampliación del Camp Nou, de la construcción del Miniestadio, de los triunfos de la sección de baloncesto, de las tres copas de Europa -como el suele llamar a la Recopa-, de la hepatitis de Maradona, de la lesión de Schuster y hasta del secuestro de Quini.

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Sabedor de que podía perder, lloroso, temeroso de salir derrotado en la votacion, Núñez metió su mano en la chistera y responsabilizó a los socios del fichaje de Cruyff, de su multimillonaria renovación por dos años; en definitiva, de la actual crisis deportiva de la enfidad.

¿Cómo hizo semejante maniobra, semejante acusación? ¿Cómo tuvo semejante atrevimiento? Pues, simplemente, esgrimiendo una encuesta realizada ni se sabe dónde, ni por quién, ni cuándo, en la que el 93% de los socios, según gritó el presidente, pedía el fichaje de Cruyff. ¿Enseñó algún documento? ¿Mostró si se trataba de un sondeo de Demoscopia o de Gallup? ¿Informó de si se había hecho por teléfono, por carta o a la salida del estadio? No; simplemente, dijo que el 93% de los presentes quería a Cruyff cuando la verdad, la única verdad, es que Núñez le birló a Cruyff a la oposición y lo convirtió en el banderín de enganche para ganar las elecciones.

Ahora reniega de él, como el Profeta de sus promesas, métodos y jugadores, y se dedica a pasar la pelota al socio.

¿Se atreverá Núñez a responsabilizar al socio de la pérdida de la Supercopa, de la eliminación en la Recopa, de la más que factible pérdida de la Liga, de la caída en la Copa de baloncesto, de la alineación de Lucendo, Roura o Geli, del mal estado del césped?

¿Se atreverá Núñez en los próximos meses a culpar también a los socios de la necesidad de aumentar las cuotas, de que el campo no se llene, de que nadie compre la segunda ampliación del Camp Nou?

Fue Núñez y no el socio quien unió su destino a Cruyff. Fue Núñez y no el socio quien le dio todo el poder. Fue Núñez y no el socio quien le renovó por dos años. El socio, anoche, les dio el primer toque. A los dos.

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