Reportaje:

Así caigan chuzos de punta

Valdemorillo celebra la primera feria del año con encierros, toros, bailes y buen comer

"Los niñatos de El Escorial venían a Valdemorillo", explica un valdemorillano, "para emborracharse en ca´l Tío To Pa Mí". Tampoco sería para tanto. O, por lo menos, no sólo se emborracharían los de El Escorial. La Bodega del Tío To Pa Mí es una institución en Valdemorillo, pueblo que anuncia las estribaciones de la sierra madrileña famoso por su feria taurina, que se celebra nada más abre febrero, así caigan chuzos de punta.

Ver toros en Valdemorillo es como ver toros en Siberia, pero con bota y bocata chorizo. Algún año hasta nevó, y los espectadores permanecían imperturbables en sus l...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

"Los niñatos de El Escorial venían a Valdemorillo", explica un valdemorillano, "para emborracharse en ca´l Tío To Pa Mí". Tampoco sería para tanto. O, por lo menos, no sólo se emborracharían los de El Escorial. La Bodega del Tío To Pa Mí es una institución en Valdemorillo, pueblo que anuncia las estribaciones de la sierra madrileña famoso por su feria taurina, que se celebra nada más abre febrero, así caigan chuzos de punta.

Ver toros en Valdemorillo es como ver toros en Siberia, pero con bota y bocata chorizo. Algún año hasta nevó, y los espectadores permanecían imperturbables en sus localidades como si hubiera sol y moscas, tanto era el gusto que les daba la corrida (según otras versiones, fue que se congelaron). De cualquier forma la feria mete en el pueblo una multitud y crea un ambiente que jamás conocieron ni los más viejos del lugar.Desde por la mañana ya están llegando gentes de toda la comarca para correr en el encierro. El Ayuntarniento les invita a un desayuno serrano. Los socios de la peña Taurina de Valdemorillo, que se encargan de la organización, prenden fogatas junto a la plaza de toros y allí hacen caldo, asan panceta, chorizos y morcillas para todo el que quiera picar. También ponen el vino. Los invitados conviene que pongan el pan, para recibir el condumio y gustarlo al sol, si hay.

A los socios de la peña taurina, que componen hombres mujeres y niños, se les distingue a distancia pues visten cazadoras verdes, llevan al cuello pañuelo blanco, animan el cotarro y tienen su banda, que toca igual de bien Pepita Creus o El chocolatero. Las localidades que ocupan en el tendido están delimitadas por una cuerda y durante la corrida saltan, cantan y bailan con moderación.

Como Dios manda

A las 11 de la mañana es el encierro, que se corre como Dios manda; es decir, con torazos de 360 kilos a la canal lanzados al galope tras los fondillos de la multitud, sofocones, sobresaltos, gritos, risas, batacazos y, si se tercia, una cornada. Por los torazos de 360 kilos a la canal no ha de quedar. A los valdemorillanos les gustan los toros grandes y el Ayuntamiento les lleva un mes antes a la ganadería para comprobar que, efectivamente, tienen trapío. De paso les invita a un cocido.Sin toros no hay fiesta en Valdemorillo pero sin buen comer, tampoco. Sus asados y sus verduras frescas gozan de justo predicamento porque el pueblo posee huertas primorosamente cuidadas, ganado de buena crianza,y cocineros que saben darles el punto. Algunos de sus restaurantes también ofrecen como especialidad merluza, de pincho por más señas, aunque por allí sólo pasa el río Perales y no demasiado cerca. A las cuatro de la tarde es la corrida Empieza con el desfile de las majorettes y vuelta al ruedo de la reina de las fiestas y sus damas de honor subidas en camioneta, desde donde tiran caramelos al tendido. Por la noche habrá baile en el nuevo edificio del mercado, amenizado por las orquestas; Pablo Ropany y Vendaval.

Pero desde la corrida hasta el baile, Valdemorillo continúa ardiendo en fiestas. Donde más arde es dentro de los bares. En la travesía de San Juán están el real de la feria y el ambiente. El prirner toque es a mano derecha, en El Dorado -codillo, chuletones, rabo de toro- y luego, sin bajar de la acera, El Frontón, que sirve raciones y sabroso café. La calle cambia de nombre y pasa a llamarse de Don, Ramón Gamonal, notario ilustre de Valdemorillo, si bien ahora nadie sabría explicar por qué fue ilustre pues se jubiló hace la mar de años. "Conservamos el nombre por respeto y tradición", dice José Partida, el Alcalde. No es como en el caso de la plaza Consistorial, que antes se llamaba plaza del Generalísimo, faltaría más.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Por esa zona se junta todo el pueblo, 5.000 almas, y sus visitantes, una media de 10.000, que suman 15.000 si la Aritmética no falla. Además de los bares, están allí las casetas de la feria, para mayores y pequeñitos: "Alucina con el Muster" de los hermanos Lerma, el castillo neurnático, los autos de choque; el tenderete de Pastrana, surtido de gorras, boinas sin capar, sombreros de paja, almendras y chucherías; el de Carmen, con algodón dulce, palomitas de maiz, tiro al blanco; el de Serrano, parecido, sin tiro; la churrería-chocolatería de las hermanas Martín; la barca, los caballitos del tío vivo.

A mano zueca, la calle de la Paz lleva a la iglesia o a la Bodega del Tío To Pa Mí -cada cual según su afición-, y andando un poco más, a las tres panzudas chimeneas de la antigua fábrica de cerámica, que son a Valdemorillo como a Madrid La Cibeles. Muchos toman la espuela en El Chiringuito, al final de la calle de Los Coches. Los expertos en fiestas valdemorillenses saben hacer el recorrido a ciegas, cosa que puede acabar siendo de necesidad, principalmente a la vuelta. El grueso del personal, en cambio, pone sitio a la calle principal, emporio de repóstaderos, da lo mismo donde quedamos que calzada adelante, pasando por la plaza Consistorial -pegado al Ayuntamiento, el restaurante Los Bravos, donde algunos domingos almuerza Alfonso Guerra, el genuíno- hasta la salida para Navalagamella, en La Ponderosa, asador de Pedro Saavedra, que fue torero. Las estaciones deben cumplirse a pie, al objeto de oficiarlas cabalmente sin dejar ni una, y conviene hacerlo según queda descrito, ya que es cuesta abajo.

El 2 de febrero, día de la Candelaria, se anuncia la feria con diana, pasacalles, fuegos artificiales, misa, pregón y un cañonazo. Aquí todo ha de ser a lo grande: el cañonazo, que no falte. El 3, festividad de San Blas, empieza de verdad la feria y hay concurso de rondón, que es el baile tradicional de Valdemorillo. El 5, todos los valdemorillanos entran gratis en los toros. El 11 -o sea, mañana- acaba la feria, con toros, baile y traca. El Alcalde cree que este fin de semana entrarán unas 20.000 personas y le preocupa dónde las podrá meter. O eso dice, porque cada año pasa los mismo y sabe que entre la travesía de San Juan y la salida de Navalagamella, cuesta abajo, caben todos. Con apretarse un poco, asunto solucionado.

Archivado En