Partido con seudónimo
Los comunistas españoles no sólo aportan la curiosa innovación de enmascarar a su partido tras un seudónimo, sino que se enfurecen cuando alguien recuerda la auténtica filiación política de su candidato a presidente de Gobierno. Claro, la sigla comunista es la misma con que los estalinistas soviéticos y los antiestalinistas yugoslavos, los maoístas chinos y los castristas cubanos, los prochinos albaneses y los antichinos rumanos, para no hablar de los nacionalcomunistas polacos, descalabraron sus respectivos países. En verdad, imponer una mercancía tan desprestigiada sin cambiarle la denominac...
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Los comunistas españoles no sólo aportan la curiosa innovación de enmascarar a su partido tras un seudónimo, sino que se enfurecen cuando alguien recuerda la auténtica filiación política de su candidato a presidente de Gobierno. Claro, la sigla comunista es la misma con que los estalinistas soviéticos y los antiestalinistas yugoslavos, los maoístas chinos y los castristas cubanos, los prochinos albaneses y los antichinos rumanos, para no hablar de los nacionalcomunistas polacos, descalabraron sus respectivos países. En verdad, imponer una mercancía tan desprestigiada sin cambiarle la denominación debe de ser más o menos tan dificil como vender aceite de colza desnaturalizado con su rótulo original, tras la luctuosa experiencia acumulada. Pero indignarse, como lo hace Manuel Vázquez Montalbán (EL PAÍS, 2 de octubre de 1989), porque la sociedad íntegra no colabora en la maniobra de encubrimiento ya es demasié.-