Editorial:

Cuerpos y almas

SE CUMPLE hoy el 20º aniversario de aquella fiesta fraternal que acabaría convirtiéndose en símbolo de una década luego bautizada como prodigiosa. Con la música foIk y rock como elemento de unión, una granja de la localidad de Woodstock, Nueva York, se convirtió en paradigma de la espontaneidad y solidaridad humanas. Lo que se había planificado como reunión de 200.000 jóvenes para compartir experiencias y conocimientos de la contracultura emergente se convirtió en una reunión de cerca de 500.000 cuerpos y almas, en los que el sentimiento mayoritario era un concepto del mundo basa...

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SE CUMPLE hoy el 20º aniversario de aquella fiesta fraternal que acabaría convirtiéndose en símbolo de una década luego bautizada como prodigiosa. Con la música foIk y rock como elemento de unión, una granja de la localidad de Woodstock, Nueva York, se convirtió en paradigma de la espontaneidad y solidaridad humanas. Lo que se había planificado como reunión de 200.000 jóvenes para compartir experiencias y conocimientos de la contracultura emergente se convirtió en una reunión de cerca de 500.000 cuerpos y almas, en los que el sentimiento mayoritario era un concepto del mundo basado más en la solidaridad humana que en la competitividad, en la libertad de acción que en la de empresa. Quizá por ello el gobernador Rockefeller quiso decretar el estado de desastre y enviar a la Guardia Nacional. Desde entonces hasta hoy han cambiado muchas cosas, pero Woodstock sirvió para demostrar en la práctica la capacidad del ser humano para compartir placeres e incomodidades sin necesidad de recurrir al omnipresente Estado.

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