Cartas al director

Los ancianos como negocio

Una avidez desmesurada, el desamor y la falta de ética son los factores predominantes en una sociedad que está perdiendo sus valores ancestrales, fijándose como objetivo prioritario la explotación inmisericorde de las personas mayores.Estamos asistiendo, con excesiva pasividad por parte de la Administración y de la propia sociedad, a un genocidio de aquellas personas marginadas, cuyo delito es haber llegado a una edad en la que son sujetos consumidores y que han dejado de prestar sus energías productivas.

La proliferación de lugares de exterminio, que no residencias de ancianos, como po...

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Una avidez desmesurada, el desamor y la falta de ética son los factores predominantes en una sociedad que está perdiendo sus valores ancestrales, fijándose como objetivo prioritario la explotación inmisericorde de las personas mayores.Estamos asistiendo, con excesiva pasividad por parte de la Administración y de la propia sociedad, a un genocidio de aquellas personas marginadas, cuyo delito es haber llegado a una edad en la que son sujetos consumidores y que han dejado de prestar sus energías productivas.

La proliferación de lugares de exterminio, que no residencias de ancianos, como pomposamente se anuncian, sin el control debido por parte de las diferentes administraciones, da lugar a hechos como los acaecidos recientemente.

La falta de personal en general y de especialización en particular, las malas condiciones del alojamiento y el excesivo número de recluidos, son la característica general adoptada por estos depredadores que edifican su bienestar a costa de personas indefensas.

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La Administración, que declara su incapacidad para resolver el problema de la ancianidad, se justifica alegando que hay que aceptar el mal menor, es decir, que si la iniciativa privada es mala, sería peor que quienes recurren a ella, por no tener cabida en las residencias públicas, se encontraran en la calle.

No estamos contra la iniciativa privada, que, por otra parte, hace un buen negocio, pues, además de los ingresos de los afectados, reciben suculentas subvenciones. Exigimos a la Administración, ante lo inevitable, que controle sus concesiones y vigile su funcionamiento, y que dedique más recursos a la construcción de nuevas residencias.

Pedimos a la sociedad una mayor sensibilidad, un mayor poder de denuncia y exigencia para terminar con la actual situación.

Se hace imprescindible la creación de asociaciones y, de manera principal, el fortalecimiento de los sindicatos de clase, para que, como hacemos ahora desde la Federación de Jubilados de UGT, organicen su defensa, pues de no hacerlo las personas mayores corremos el riesgo de ser exterminados por las personas sin escrúpulos que no reparan en utilizar los medios más denigrantes para conseguir su propio bienestar.

Las administraciones y la sociedad debemos ser garantes de la dignidad de todos los ciudadanos y de una manera principal de los grupos marginados.- Secretario general de la Federación de Jubilados y Pensionistas de UGT.

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