Los vecinos tuvieron que dormir tres días fuera de su casa por el hedor de un cadáver

C. G. S. C., Los vecinos del portal 164 de la avenida de Aragón llevan tres días fuera de su casa por el fuerte olor que quedó en el edificio cuando se llevaron el cadáver de un drogadicto. La señora Águeda tiene 88 años y sufre del corazón. Vive en la puerta contigua del yonqui. Describe con precisión el proceso: "Al principio, olía a repollo cocido; luego, a pescado podrido". La señora Águeda rompió ayer a llorar. Quería volver de una vez a su casa. Además, tenía que recoger los papeles del seguro para su revisión. "Y menos mal que mi hijo no se ha ido todavía de vacaciones".

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C. G. S. C., Los vecinos del portal 164 de la avenida de Aragón llevan tres días fuera de su casa por el fuerte olor que quedó en el edificio cuando se llevaron el cadáver de un drogadicto. La señora Águeda tiene 88 años y sufre del corazón. Vive en la puerta contigua del yonqui. Describe con precisión el proceso: "Al principio, olía a repollo cocido; luego, a pescado podrido". La señora Águeda rompió ayer a llorar. Quería volver de una vez a su casa. Además, tenía que recoger los papeles del seguro para su revisión. "Y menos mal que mi hijo no se ha ido todavía de vacaciones".

El lunes, los vecinos avisaron a la policía. Ángel Bonilla, que vive dos pisos más abajo, entró' con la policía a medio día protegido por una máscara. El cadáver de M. A. H., de 24 años, yacía en avanzado estado de descomposición encima de un colchón lleno de sangre. Llevaba por lo menos dos días muerto y tenía una jeringuilla en la mano.

El martes, en vista de que sus múltiples gestiones en el Ayuntamiento y la policía no servían para nada, los vecinos se pusieron a limpiar el reguero de sangre de la escalera. Sacaron las fregonas y la lejía. Pero no había manera de desprenderse del hedor, y optaron por ir a dormir a casas de amigos o familiares. Se quejan de que han llamado reiteradamente a Sanidad municipal, y allí dicen que sólo tienen cuatro personas y que no trabajan por las tardes. El martes a última hora de la mañana se presentó un empleado y vació un spray en el piso del muerto. La escalera, dijo, no era cosa suya. La retirada del colchón, tampoco. Los gusanos corrían ya por toda la casa.

En el Parque de Desinfección Municipal confirmaron que no hay servicio por la tarde, pero aseguraron que se atendió el caso la misma mañana del martes, inmediatamente después de recibir la llamada. "Nosotros estamos para desinfectar", dijo un empleado, "lo que no hacemos es la limpieza. Eso corresponde a otros servicios municipales".

El concejal de Sanidad y Consumo, Simón Viñals, prometió a este periódico revisar personalmente el caso y coordinar los servicios a partir de ahora. Aseguró que esta situación no volverá a producirse.

Vivía solo

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Los vecinos apenas conocían al yonqui. Sólo recuerdan que vivía solo, que era muy callado y que respondía al saludo -y no siempre- con un gruñido. Al parecer, no tenía padres. El piso era de sus abuelos. Unos familiares acudieron la tarde del martes.

El juez levantó el cadáver sobre las cinco de la tarde del lunes. Dejó la puerta abierta. No había indicios de delito. El vistazo al piso que permite el intenso hedor muestra el abandono en el que vivía M. A. H.: habitaciones con muebles rotos y multitud de objetos que llevan años en el mismo sitio en el que fueron depositados. Alrededor del colchón empapado de sangre -retirado, por fin, ayer- una radio, un paquete mediado de cigarrillos y restos de alimentos y de bebidas.

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