Cartas al director

Los marxistas y la 'glasnost'

En el ejemplar del diario EL PAÍS correspondiente al 4 de abril de 1989, Ludolfo Paramio afirma que no es cierto que Ernest Mandel observe con alegría los procesos en marcha en el Este.Pues bien, se equivoca. Estoy encantado (ver mi libro ¿Dónde va la URSS de Gorbachov?, que acaba de aparecer en francés, inglés, alemán y portugués).

En mi opinión, el elemento esencial de lo que ocurre en la URSS, en la República Popular China y en algunos otros países del Este es el despertar de amplias masas de trabajadores y trabajadoras a una actividad política independiente. Eso modifica sust...

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En el ejemplar del diario EL PAÍS correspondiente al 4 de abril de 1989, Ludolfo Paramio afirma que no es cierto que Ernest Mandel observe con alegría los procesos en marcha en el Este.Pues bien, se equivoca. Estoy encantado (ver mi libro ¿Dónde va la URSS de Gorbachov?, que acaba de aparecer en francés, inglés, alemán y portugués).

En mi opinión, el elemento esencial de lo que ocurre en la URSS, en la República Popular China y en algunos otros países del Este es el despertar de amplias masas de trabajadores y trabajadoras a una actividad política independiente. Eso modifica sustancialmente la situación de esos países y con ello la situación internacional. Los 20 a 30 millones de electores que votaron contra los candidatos de aparato en las elecciones en URS S y los millones de manifestantes de la República Popular China constituyen buena prueba de ello.

El resultado final de la glasnot no será la restauración de la democracia burguesa. Por el contrario, con dificultades, retrasos y retrocesos parciales, su conclusión será la instauración de una democracia socialista pluripartidista y de un Estado de derecho, que es lo que mis correligionarios y yo mismo venimos reclamando desde hace largo tiempo.

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Por otra parte, es inevitable recurrir a los mecanismos de mercado para reducir los flagrantes desequilibrios que amenazan la economía de esos países y para romper los monopolios, especialmente en el ámbito de la distribución. Pero eso no la convierte en una economía de mercado, sino en una economía todavía muy alejada del socialismo, a medio camino entre éste y el capitalismo y caracterizada por una combinación híbrida de planificación y mercado, bajo la égida de una burocracia privilegiada.

Lo esencial es evitar que el creciente recurso a los mecanismos de mercado haga aumentar la desigualdad social, la injusticia, y la corrupción y amenace el pleno empleo.

En esto consiste, con razón, el temor de los trabajadores soviéticos y chinos.

Frente a ello, la respuesta más eficaz reside precisamente en la extensión de las libertades democráticas, el derecho de asociación, manifestación y huelga, la libertad de prensa, sin reglamentaciones ni impedimentos, el control obrero y popular y el poder de los trabajadores para denunciar y poner fin a los abusos.-

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