Tribuna:

Centro

¿Era acaso el centro una pasión inútil? ¿Era su destino, corno el del melón, caer siempre hacia un lado apenas se erguía buscando una postura airosa y propia? Paradoja odiosa, regüeldo unamuniano: el camino más corto hacia Europa pasaba por los ayuntamientos celtibéricos y se detenía en Villalba. ¿Tenía la política razones que la razón no entiende?Volvió a cotejar cuatro periódicos de ámbito estatal y un par de periódicos locales. Repasó el libro del I Ching. Le vino el sueño, o quizá la depresión, cuando rebuscaba su ejemplar de Maquiavelo. Soñó que rompía 720 huevos, y 718 veces la yema se l...

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¿Era acaso el centro una pasión inútil? ¿Era su destino, corno el del melón, caer siempre hacia un lado apenas se erguía buscando una postura airosa y propia? Paradoja odiosa, regüeldo unamuniano: el camino más corto hacia Europa pasaba por los ayuntamientos celtibéricos y se detenía en Villalba. ¿Tenía la política razones que la razón no entiende?Volvió a cotejar cuatro periódicos de ámbito estatal y un par de periódicos locales. Repasó el libro del I Ching. Le vino el sueño, o quizá la depresión, cuando rebuscaba su ejemplar de Maquiavelo. Soñó que rompía 720 huevos, y 718 veces la yema se le iba a la derecha. Despertó en el lado izquierdo de la cama y aguzó el oído por si aún sonaban las antitrompetas de la mili rebajada y otras audacias de su líder. Nada. Un escalofrío le recorrió el espinazo al imaginar la probable oferta cultural urbana de la inminente coalición de centro-derecha. Y una cosa era meterse con los socialistas y otra tener que resolver los atascos de tráfico con los populares. Encima, su primo el animador cultural le montaría sentadas para cobrar los tres meses de atrasos. ¿Quién le había metido a concejal del CDS?

Se puso un batín y hojeó la Estructura económica de Tamames. La dejó pronto y garabateó cinco propuestas urbanísticas para que no le cogieran en pelotas en el pleno. Tachó dos al recordar que las había oído a alguien de Izquierda Unida. Apuntó en la agenda leer a Alfonso Ussía y escuchar a Encarna Sánchez. Le entró entonces un violento cabreo contra el PSOE: si el PSOE no fuese de centro, el centro no tendría que arrojarse en los brazos de la derecha.

Se vistió y al ponerse la corbata recordó que Leguina había calificado de soga para ahorcarse la oferta de la derecha al centro. Se quitó la corbata. Era todo inútil. El desalojo de los socialistas podría crear un sentimiento de simpatía hacia ellos. Sonrió malévolamente. A fin de cuentas, Izquierda Unida tampoco se iba a comer una rosca en las próximas elecciones a poco que los del PSOE volviesen a parecer de izquierdas.

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