La resaca del gran atasco

Los factores que el viernes colapsaron Madrid se repetirán a finales de mayo

Madrid paralizado. Llegó el colapso que los automovilistas veían venir desde hace tiempo. Calles al ciento por ciento de su capacidad, un 8% más de tráfico, decenas de miles de coches atravesados en todas las direcciones, bocinazos, desesperación, gasolina desperdiciada. La historia del tráfico recordará ese fatídico 28 de abril. Y es que, decían los expertos, "en una botella de un litro no caben dos", refiriéndose a la capacidad de las calles de Madrid. Las factores que provocaron el gran atasco -dinero fresco, puente y carreteras insuficientes- volverán a unirse el último fin de semana de ma...

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Madrid paralizado. Llegó el colapso que los automovilistas veían venir desde hace tiempo. Calles al ciento por ciento de su capacidad, un 8% más de tráfico, decenas de miles de coches atravesados en todas las direcciones, bocinazos, desesperación, gasolina desperdiciada. La historia del tráfico recordará ese fatídico 28 de abril. Y es que, decían los expertos, "en una botella de un litro no caben dos", refiriéndose a la capacidad de las calles de Madrid. Las factores que provocaron el gran atasco -dinero fresco, puente y carreteras insuficientes- volverán a unirse el último fin de semana de mayo, entre el 25 y el 28.

¿Qué fue lo que pasó realmente ese viernes fatídico? Nadie se atreve a dar un veredicto de culpabilidad. "El tráfico es imprevisible", decía un portavoz del Gabinete Municipal de Información al Tráfico, que añadió que lo ocurrido el día 28 fue "el paradigma del colapso circulatorio". Sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta cuál fue el punto donde comenzó el embotellamiento.La conjunción de varios factores, que volverán a unirse en el puente del 25 al 28 de mayo, fue la causa de la gran congestión de Madrid. Expertos en tráfico achacaron la saturación a la mayor afluencia de vehículos que suele producirse tras una jornada de huelgas y manifestaciones, a los desplazamientos originados por las personas que realizaban preparativos para el viaje del puente del 1 y 2 de mayo, y a la imposibilidad de las carreteras de salida para absorber los miles de vehículos que llegaban a ellas.

Todo ello, unido a que era fin de mes y los ciudadanos tenían dinero fresco en el bolsillo y gasolina en el depósito, provocó ese colapso de cine. Los cortes en la M-30 por un grupo de estudiantes y otro de camioneros en la carretera de Burgos pusieron la guinda a este pastel.

En mitad de cualquier calle (M-30, Castellana, Rondas, Bulevares, Serrano, Velazquez, carreteras de salida ... ) los ciudadanos se desesperaban. Como Vicente Torres, un valenciano que a bordo de su vehículo preguntaba incrédulo si la ciudad estaba así todos los días. "No entiendo como los madrileños pueden soportar esto día sí, día no. Deben de estar al borde del suicidio colectivo", decía. Vicente, su mujer y sus dos hijos estaban atrapados en uno de los carriles centrales del paseo de Recoletos. Era su primer día del puente en Madrid.

Todos los automovilistas querían salir a la vez de vacaciones. Las carreteras de Andalucía (la peor), Barcelona, Valencia, Extremadura, La Coruña... Todas, hasta arriba.

La conferencia de prensa que la ministra portavoz del Gobierno, Rosa Conde, ofreció en el palacio de la Moncloa tuvo que retrasarse un cuarto de hora debido a que los periodistas que acudían a cubrir la información no llegaban. El caos circulatorio en la carretera de La Coruña, con accidente incluido, tuvo la culpa.

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Trampa para elefantes

Y lo peor, la M-30. Esta autopista urbana, construida para canalizar el tráfico de circunvalación, fue una trampa para elefantes. Desde las dos de la tarde hasta las once de la noche estuvo muy congestionada. Primero fueron los carriles centrales. Luego, las incorporaciones y salidas. Finalmente, todos sus alrededores. "He tardado una hora en llegar desde el puente de Ventas hasta el de Vallecas. ¿Dónde están los policías municipales?", decía Alberto Porres, estudiante, de 21 años.La práctica totalidad de los agentes de servicio de la Policía Municipal intentaban lo imposible: ordenar el caos. A eso de las cinco de la tarde, una agente municipal llegó casi a las manos con un grupo de motoristas que intentaba bloquear el cruce de Alberto Alcocer con el paseo de la Castellana. A la policía le había costado sudores y lágrimas abrir un pequeño pasillo para descongestionar esta intersección.

Mientras, Eugenio Morales, concejal de Circulación, estaba reunido con sus compañeros del grupo municipal socialista. Al día siguiente, según fuentes del Ayuntamiento cercanas al concejal, Morales salió de viaje.

Dirección salida

El gran atasco tuvo una característica muy peculiar que lo diferencia de otros ocurridos anteriormente: la magnitud del colapso era mayor en dirección salida de la ciudad que en dirección entrada.Los congestiones más importantes estallaron en las salidas a las carreteras y tuvieron un curioso efecto expansivo hacia el centro de la ciudad. Uno a uno, los vehículos lograban escapar tímidamente de los embudos que se formaron en las salidas hacia las nacionales. Sin embargo, la congestión existente en las carreteras nacionales hacia las cinco de la tarde hizo decir a una fuente de la Dirección General de Tráfico: "Si esto sigue así, no sé qué va a pasar a la hora de la salida de los trabajos". Fue entonces, con la llegada del gran pelotón, cuando el atasco brilló con todo su esplendor. Todos parados en mitad de la calzada.

A medida que las nacionales iban distribuyendo los vehículos hacia sus puntos de destino, el tapón se aflojaba en el centro de la ciudad. ¡Milagro! Los coches ya no sabían lo que era circular. La última zona de la ciudad en descongestionarse fue el barrio de Salamanca. Faltaba poco para la medianoche.

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