José Borrell

será siempre recordado por el fontanero que días atrás acudió a resolver un problema en la casa del secretario de Estado de Hacienda, en la localidad de Majadalionda, en las afueras de Madrid. "A usted le conozco", le saludó afable el fontanero, que llegó acompañado del portero de la finca. "Es probable", replicó la autoridad, que cumplía sus obligaciones de casero y llevaba tiempo impaciente esperando al operario mientras pensaba que llegaba tarde al ministerio y en lo alto que se vende el gremio profesional de fontaneros y calefactores. El buen hombre revisó la caldera, tiró de libreta y emp...

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será siempre recordado por el fontanero que días atrás acudió a resolver un problema en la casa del secretario de Estado de Hacienda, en la localidad de Majadalionda, en las afueras de Madrid. "A usted le conozco", le saludó afable el fontanero, que llegó acompañado del portero de la finca. "Es probable", replicó la autoridad, que cumplía sus obligaciones de casero y llevaba tiempo impaciente esperando al operario mientras pensaba que llegaba tarde al ministerio y en lo alto que se vende el gremio profesional de fontaneros y calefactores. El buen hombre revisó la caldera, tiró de libreta y empezó a echar números, tratando inútilmente de situar al casero en el lugar adecuado del reparto televisivo. "Tanto de material, tanto de mano de obra, son ciento y pico mil sin IVA". "¿Por qué sin IVA?", dijo el casero. "Me va a meter usted en un lío con Hacienda". "Quien me va a meter en un lío con Hacienda es usted a mí si se empeña en pedirme factura", le replicó el fontanero. Ante el cariz que tomaba el asunto, el portero, que asistía atónito a la conversación, se sintió en la obligación de mediar: "Un poco de IVA le tienes que poner", dijo dirigiéndose al calefactor. "Un poco no, todo", contestó el casero. "Bueno, son 20.000 pesetas más que usted pierde", zanjó el fontanero mientras pensaba para sus adentros en lo asustados que andan los famosos en materia impositiva. El portero le sacó finalmente del error.

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