Fábrica de campeones

Samaranch inaugura hoy la escuela de atletismo que dirige Abascal en Santander

Todos los días, cuando acaban las clases en los colegios, la pista de La Albericia se convierte en una fábrica de campeones. Aparecen entonces 314 muchachos, de entre 12 y 14 años, que sueñan con alcanzar los éxitos de su maestro, José Manuel Abascal, medallista olímpico en Los Ángeles 84. Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional, inaugura esta tarde la Escuela Municipal de Atletismo que dirige el atleta en Santander.

A la convocatoria se presentaron 600 muchachos. La mitad se quedaron fuera. "Esto no es una guardería", dice Abascal, "quiero que se trabaje co...

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Todos los días, cuando acaban las clases en los colegios, la pista de La Albericia se convierte en una fábrica de campeones. Aparecen entonces 314 muchachos, de entre 12 y 14 años, que sueñan con alcanzar los éxitos de su maestro, José Manuel Abascal, medallista olímpico en Los Ángeles 84. Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional, inaugura esta tarde la Escuela Municipal de Atletismo que dirige el atleta en Santander.

A la convocatoria se presentaron 600 muchachos. La mitad se quedaron fuera. "Esto no es una guardería", dice Abascal, "quiero que se trabaje con seriedad y aceptar a más hubiera supuesto desbordar nuestras posibilidades". Se quedaron, con 23 profesores, los que mejor nota sacaron en las pruebas de aptitud física. David Arroyo, de 12 años, fue uno de ellos: "Me apunté porque el atletismo es lo que más me gusta. Yo hago medio fondo; quiero ser como Steve Cram. Damos vueltas a la pista 25 minutos, luego hacemos ejercicios y también juegos".El sueño de este chaval no lo quiere arruinar Abascal, pero repite constantemente a los alumnos que ser campeón olímpico sólo lo consigue una persona en el mundo, y cada cuatro años. "No podemos obsesionarnos con fabricar campeones porque sólo los que hemos estado en la alta competición sabemos lo que eso cuesta. Lo que aquí tratamos es de iniciar a los chicos en el atletismo, de demostrarles que el trabajo es imprescindible para alcanzar una meta, de desarrollar sus cualidades y que luego ellos sean los que elijan el camino a seguir".

Paulino Galván, de 14 años, ha asumido esta enseñanza: "Yo quiero llegar a saltar mucho, más que Beamon, pero si no lo consigo no pasará nada porque me divierto igual entrenándome". Lo de que los chavales se diviertan es una de las máximas de Abascal: "Resulta imprescindible hacer entretenido el trabajo. Los lanzamientos, por ejemplo, son muy aburridos de entrenar. Por eso tenemos tan pocos lanzadores. Nosotros empezamos esta especialidad con 80 chicos y ahí siguen todos". María Jesús Santos, de 14 años, está entusiasmada con los métodos: "Abascal es muy simpático, aunque nos hace estar serios y atentos en los entrenamientos. Pero si queremos llegar a ser buenos tiene que ser así, y esto nos gusta".

Preparar el debú

De momento, los alumnos se preparan para su debú. Aún no han hecho ninguna competición. Iñaki Álvarez, de 12 años, está ansioso de que llegue el momento: "Nos dicen que tenemos que prepararnos mejor. Yo hago fondo, pero todavía no he corrido nunca".Abascal se lamenta de que ha tenido que superar zancadillas de compañeros suyos en las instalaciones deportivas -también hay escuela de fútbol, balonmano, gimnasia rítmica y patinaje-, envidiosos de ver cómo conseguía mejoras que a otros se les negaban. "Yo trabajo honradamente y si he conseguido más es porque me lo he propuesto. Por ejemplo, la luz artificial en la pista la pusieron después de llamar a los bomberos para que nos alumbraran y al día siguiente publicara la Prensa las condiciones en que se entrenaban los chicos". Pero reconoce que el alcalde, Manuel Huerta, está de su lado y le da cuanto puede.

Hasta ahora, Abascal está consiguiendo todas sus metas. Hasta que sea el propio Samaranch el que esta tarde inaugure la escuela. Para ello han puesto a su disposición un helicóptero. En la fiesta también estarán todos los atletas cántabros que han sido olímpicos. "Y es que", dice Abascal, "toda la popularidad que pueda adquirir la escuela será en beneficio de los propios alumnos".

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