Tribuna:

Broche de fin de ciclo

El último día de este primer trimestre el mercado recibió una inyección de optimismo, y también de dinero, que pocos esperaban. Las salidas de fin de semana y las realizaciones de beneficio, tras las últimas mejoras, quedaron totalmente anuladas por una demanda bastante extendida que fue capaz de eliminar todos los temores de viernes hasta fraguar una sesión alcista.La llegada del dinero, que la rumorología definió cómo foráneo, retiró a los vendedores del mercado, hasta el punto que al cierre de la sesión resultaba dificil encontrar títulos de casi cualquier valor. Esta muestra de resistencia...

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El último día de este primer trimestre el mercado recibió una inyección de optimismo, y también de dinero, que pocos esperaban. Las salidas de fin de semana y las realizaciones de beneficio, tras las últimas mejoras, quedaron totalmente anuladas por una demanda bastante extendida que fue capaz de eliminar todos los temores de viernes hasta fraguar una sesión alcista.La llegada del dinero, que la rumorología definió cómo foráneo, retiró a los vendedores del mercado, hasta el punto que al cierre de la sesión resultaba dificil encontrar títulos de casi cualquier valor. Esta muestra de resistencia a la baja tuvo también el apoyo de los últimos maquillajes antes del cierre del trimestre, aunque en el patio de operaciones se extendió una teoría -no poco voluntariosa- según la cual el ciclo entrante podrá romper sin problemas el techo en el que lleva moviéndose el índice desde hace meses.

El aumento del volumen de negocio del día anterior puso también su grano de arena, ya que la exiguedad de la contratación era uno de los datos que restaban credibilidad a cualquier intento de mejora. La vuelta del dinero, sea o no de procedencia extranjera, puede ser el detonante para romper el techo del 285%.

El colofón de esta sesión llegó de la mano del sector bancario, que acabó de desperezarse del letargo que acumula desde principios de año. El empuje de este grupo terminó de disipar las pocas dudas que quedaban con un único problema: nadie se atrevía a predecir el futuro más próximo.

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