'La Pandilla Basura'

Decididamente el alma infantil es abominable. Freud ya había señalado este hecho, pero sus descubrimientos, aceptados a medio camino entre el buen tono de la clase médica y la tragedia griega, se han convertido en lugares comunes.Basta con abrir un álbum de La Pandilla Basura: son perfectamente repugnantes. Esta resplandeciente escatología es a unos cromos tradicionales lo que una película pornográfica es a algo tan anodino como Y Dios creó la mujer.

Pero los más jóvenes están encantados y quieren todavía más. Con sólo ojear unas pocas páginas uno queda definitivamente vac...

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Decididamente el alma infantil es abominable. Freud ya había señalado este hecho, pero sus descubrimientos, aceptados a medio camino entre el buen tono de la clase médica y la tragedia griega, se han convertido en lugares comunes.Basta con abrir un álbum de La Pandilla Basura: son perfectamente repugnantes. Esta resplandeciente escatología es a unos cromos tradicionales lo que una película pornográfica es a algo tan anodino como Y Dios creó la mujer.

Pero los más jóvenes están encantados y quieren todavía más. Con sólo ojear unas pocas páginas uno queda definitivamente vacunado contra cualquier regreso posible a la ilusión sobre la pureza de la edad temprana. Sin embargo un ministro se escandaliza, y se debate seriamente sobre la oportunidad de establecer alguna censura. Así los mortiosos y el propio morbo se ven convertidos en asunto de Estado.

Los tiempos modernos no hacen brornas, no obstante, con respecto a la limpieza, sin duda el único imperativo categórico que concita unanimidad. La imaginería contemporánea es mucho más limpia e higiénica que los anuncios de lejías. Pero no basta sólo con ser limpio: hay que ser además eficaz. Basta con ver los dibujos animados de la televisión con sus héroes adictos al-estajanovismo. Muchos adultos querrían un mundo implacablemente positivo, pero los niños parecen haber respondido que no.

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20 de marzo

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