Música, 'ballet' y baile

Una más, esta tarde, del Elvis, Como viene, se va, donde el astro, amén de sus facetas musicales, exhibe las acuáticas: la cosa va de submarinismo y tesoros escondidos y bien hallados. A estas alturas del ciclo ya se puede establecer un balance definitivo y comprobar lo que siempre intuimos y quizá no quisimos reconocer en su momento, probablemente cegados por la propia mitología del artista, una mitología forjada sobre el surco del disco, no en las dos dimensiones de la pantalla: que Presley era un actor a todas luces limitado, limitadísimo, y que las películas en las que intervino en ...

Una más, esta tarde, del Elvis, Como viene, se va, donde el astro, amén de sus facetas musicales, exhibe las acuáticas: la cosa va de submarinismo y tesoros escondidos y bien hallados. A estas alturas del ciclo ya se puede establecer un balance definitivo y comprobar lo que siempre intuimos y quizá no quisimos reconocer en su momento, probablemente cegados por la propia mitología del artista, una mitología forjada sobre el surco del disco, no en las dos dimensiones de la pantalla: que Presley era un actor a todas luces limitado, limitadísimo, y que las películas en las que intervino en nada le ayudaron a disimularlo. El rey del rock no llegó ni a bufón en la corte del cine.La danza hermana las otras dos películas del día en TVE. Una es un clásico del cine musical, Ritmo loco, amena comedia con Fred Astaire y Ginger Rogers, música de Gershwin y coreografla de Hermes Pan, pura antología. Una vez más, la trama propone despropósitos mayúsculos pero la alada y etérea pareja nos conduce al pedestal del género en sus años de esplendor. La otra, Paso decisivo, tiene al ballet como centro de un lacrimógeno cóctel de sentimientos, amistad femenina rota y vuelta a coser, sed de triunfo, hambre de hombre, etcétera. El esfluerzo de Anna Bancroft y Shirley McLaine por convencernos de que todo esto no es una tontería tiene su mérito, aunque quienes se llevan el gato al agua son Leslie Browne y Mikhail Baryschnikov.