Cartas al director

Juzgar alegremente

El pasado día 10 de noviembre de 1988 la Audiencia Provincial de Madrid, Sección 7ª, iba a juzgar a Alfonso Santos Vega por un delito de robo por el que el fiscal le pedía una condena de cuatro años, dos meses y un día de prisión, por unos hechos que sucedieron en marzo de 1981.Él se negó a que se celebrara el juicio con un abogado de oficio que no le había visto nunca, y pidió que le defendiera un abogado de su libre designación, por lo que se tuvo que suspender, pero como no les gustó que se retrasara le decretaron prisión. Posteriormente, el abogado por él designado solicitó su libertad y s...

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El pasado día 10 de noviembre de 1988 la Audiencia Provincial de Madrid, Sección 7ª, iba a juzgar a Alfonso Santos Vega por un delito de robo por el que el fiscal le pedía una condena de cuatro años, dos meses y un día de prisión, por unos hechos que sucedieron en marzo de 1981.Él se negó a que se celebrara el juicio con un abogado de oficio que no le había visto nunca, y pidió que le defendiera un abogado de su libre designación, por lo que se tuvo que suspender, pero como no les gustó que se retrasara le decretaron prisión. Posteriormente, el abogado por él designado solicitó su libertad y se la denegaron con un simple "no ha lugar", sin motivación alguna.

Al mismo tiempo solicitó se oficiara a la prisión de Ocaña para que se certificara que en la fecha que se cometieron los hechos él estaba en la cárcel, por lo que no pudo haber sido el autor de los mismos, a pesar de que la policía "se lo hace comer en comisaría". Con este certificado en el sumario el ministerio fiscal no retira la acusación, que nunca debió efectuar, ya que lo único que existen son declaraciones sin valor de prueba, cuando no existe ni rueda de reconocimiento, el registro es negativo, etcétera; pero lo más sangrante es que sólo con esto se podía haber condenado a un inocente si no se llega a suspender el juicio, como puede estar ocurriendo todos los días, únicamente porque la policía diga que es sospechoso. Luego dirán que se pidan responsabilidades. ¿Quién puede valorar la libertad de una persona? ¿Y por cuánto? Espero que esto sirva para que no se juzgue tan alegremente.-

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