Cartas al director

'Cómedores de coco'

El 13 de diciembre, su diario publicó, en la columna Ropa, firmada por Joaquín Vidal, alguna suposición insultante para casi todos: "... la publicidad impone que valga la marca, y eso es lo que se paga... lo que dicte la comedura de coco. Los comedores de coco lo mismo venden una etiqueta pegada a un trapo...".En primer lugar, me parece extraño que un medio de comunicación insulte a los ciudadanos asegurando que se dejan, " * .. la publicidad impone... lo que dicte... los comedores de coco". Particularmente raro en el periódico que más factura en publicidad de este país por buenas razones.
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El 13 de diciembre, su diario publicó, en la columna Ropa, firmada por Joaquín Vidal, alguna suposición insultante para casi todos: "... la publicidad impone que valga la marca, y eso es lo que se paga... lo que dicte la comedura de coco. Los comedores de coco lo mismo venden una etiqueta pegada a un trapo...".En primer lugar, me parece extraño que un medio de comunicación insulte a los ciudadanos asegurando que se dejan, " * .. la publicidad impone... lo que dicte... los comedores de coco". Particularmente raro en el periódico que más factura en publicidad de este país por buenas razones.

En segundo lugar, parece que quien así piensa añorase los tiempos en que "... antaño la compra de ropa... descalabraba el presupuesto", ya que los países más ricos del mundo invierten más en publicidad y se puede establecer una válida relación causa-efecto.

Por último, los comedores de coco sabemos que el consumidor no es tonto; por eso, la buena comunicación en general, incluido el periodismo, debe y puede informar ante todo, sugiriendo opiniones o interpretaciones de esa información los anuncios. Pero sin olvidar nunca que en la civilización occidental y libre sólo manda, impone y dicta el ciudadano consumidor.

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Los productos que no son acordes con sus necesidades o deseos se hunden necesariamente. Como máximo puedes hacer que el libre ciudadano consumidor sea engañado una vez; luego es libre de decidir sabiendo y, salvo los masoquistas, no se deja seducir de nuevo.

El hundimiento de un mal producto, uno que los libres ciudadanos consumidores no quieran, puede ser lento sin anunciarse, o con la mejor publicidad, que haga probarlo a todo el mundo en sólo un trimestre, puede tardar sólo cuatro meses en hundirse.

Resumen: un listo (=tramposo) puede engañar una vez a un millón, de necios (=ingenuos), pero no lo logrará dos veces a medio millón. A poco listo (=astuto) que sea, lo hará sin publicidad (=inversión importante a medio, largo plazo), porque le será mucho más barato.-

Director de Planificación Estratégica de NBA.

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