Anchos de vía

Resulta muy poco edificante asistir al lastimoso espectáculo que ofrece la oposición; es fácil creer que están muy bien donde están, por aquello de que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Tras querer demostrar que uno de los mayores problemas del país consistía en fiscalizar el vestuario de Pilar Miró (única explicación a que se le hayan pedido no una, sino varias comparecencias ante comisiones), ahora quieren hacernos creer lo mismo del piano de Serra.Que algunos partidos crean que el erario público no debe aportar a un ministro del Gobierno un ratito de su diversión fa...

Resulta muy poco edificante asistir al lastimoso espectáculo que ofrece la oposición; es fácil creer que están muy bien donde están, por aquello de que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Tras querer demostrar que uno de los mayores problemas del país consistía en fiscalizar el vestuario de Pilar Miró (única explicación a que se le hayan pedido no una, sino varias comparecencias ante comisiones), ahora quieren hacernos creer lo mismo del piano de Serra.Que algunos partidos crean que el erario público no debe aportar a un ministro del Gobierno un ratito de su diversión favorita es significativo de lo poco que valoran su trabajo. Cualquier empresario procura que el ambiente de sus oficinas sea el mejor, para que los empleados rindan lo más posible.

El Gobierno hace cosas buenas y malas, pero a veces uno se pregunta si los vestidos de una y el plano del otro salen a colación por su deseo expreso, como cebo para que la oposición se distraiga de los verdaderos problemas.

Ahí está, sin ir muy lejos, el problema del cambio del ancho de vía de los ferrocarriles, en el que se van a gastar algunos billones de pesetas, sin que hasta ahora se haya pedido un debate parlamentario, dejando por entero la decisión al arbitrio del Gobierno.

Un plan que, se dice, pagará en parte la Comunidad Europea, como si los fondos de dicha Comunidad no procedieran tam

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