Las sardinas a las que desplazó la tragedia

La comedia de costumbres se convirtió ayer en tragedia en Londres cuando el accidente ferroviario sustituyó a una manifestación festiva a la hora de iluminar la polémica sobre el tratamiento que reciben los pasajeros en los trenes de cercanías y, en particular, sobre el abarrotamiento de los vagones en las horas punta. No es raro que un pasajero tenga que soportar de pie un par de horas de viaje.Miembros del sindicato ferroviario habían preparado ayer por la mañana una protesta humorística en la estación de Euston, desde la que salen los trenes para el norte del país. Cubiertos con unas sardin...

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La comedia de costumbres se convirtió ayer en tragedia en Londres cuando el accidente ferroviario sustituyó a una manifestación festiva a la hora de iluminar la polémica sobre el tratamiento que reciben los pasajeros en los trenes de cercanías y, en particular, sobre el abarrotamiento de los vagones en las horas punta. No es raro que un pasajero tenga que soportar de pie un par de horas de viaje.Miembros del sindicato ferroviario habían preparado ayer por la mañana una protesta humorística en la estación de Euston, desde la que salen los trenes para el norte del país. Cubiertos con unas sardinas, los ferroviarios protestaban contra la saturación a que se ven sometidos los pasajeros de determinados recorridos. Los manifestantes danzaban y entregaban panfletos a los comprensivos y solidarizados usuarios en los que manifestaban su disgusto por las condiciones en que se viaja y por la falta de personal.

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Neil Milligan, secretario general del sindicato, decía que "las condiciones para muchos viajeros de corto recorrido son muy, muy malas. Necesitamos más trenes y más personal".

El debate, relanzado

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Casi a la misma hora en que las sardinas se movían por los andenes de Euston, un choque de trenes en el sur de Londres arrojaba dramática luz sobre el problema y reiniciaba, en serio, el debate. La cuestión estaba en saber si el exceso de pasajeros podía haber contribuido al desastre. La respuesta fue negativa de inmediato.

Entonces, se pasó a discutir sobre la influencia del exceso de gente en las cifras del siniestro. Rufus Barnes, un analista del transporte, dijo que los responsables de los ferrocarriles mantienen que un tren cargado hasta los topes reduce los daños en caso de accidente porque la gente choca entre sí y no sale precipitada ni despedida de los vagones.

Milligan, el sindicalista, replicó que el exceso de pasajeros, primero, menoscaba las medidas de seguridad, y, segundo, contribuye a que se produzcan más heridos.

Sir Robert Reid, presidente de Bristish Rail, recurre a que la ley permite que se viaje de pie para soslayar el problema, mientras Michael Portillo, subsecretario de Transportes, manifiesta que la investigación en marcha analizará el número de pasajeros que viajaba en cada tren de los accidentados ayer. "Tenemos patrones sobre la ocupación de trenes", dice.

El Reino Unido cuenta con una densa, útil y muy transitada red ferroviaria. Los accidentes no son extraordinarios, y el de ayer es el tercero que se produce en el lapso de un mes. En los dos ,anteriores se produjeron un muerto y 33 heridos. El peor accidente que se había producido en la década era el que costó 13 vidas en Escocia en 1984. El más grave de la historia británica lo vivió también Escocia, en 1915, y fue un choque entre un tren militar y uno de civiles: 227 muertos y 246 heridos.

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