Aquellos 'Cuadernos para el Diálogo'...

Hace 25 años nació una revista clave en la transición española

"Nacen estos sencillos Cuadernos para el Diálogo con el honrado propósito de facilitar la comunicación de ideas y de sentimientos...". De esta forma se expresaba Joaquín Ruiz-Giménez en el primer número de la revista, en octubre de 1963. Veinticinco años después, la publicación no se encuentra ya en el mercado, pero su huella perdura, en opinión de todos los analistas, no sólo en las hemerotecas y en los anales del periodismo, sino sobre todo en la conciencia histórica más reciente de la evolución democrática de este país.

La revista mensual que en octubre de 1963 era presentada con pre...

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"Nacen estos sencillos Cuadernos para el Diálogo con el honrado propósito de facilitar la comunicación de ideas y de sentimientos...". De esta forma se expresaba Joaquín Ruiz-Giménez en el primer número de la revista, en octubre de 1963. Veinticinco años después, la publicación no se encuentra ya en el mercado, pero su huella perdura, en opinión de todos los analistas, no sólo en las hemerotecas y en los anales del periodismo, sino sobre todo en la conciencia histórica más reciente de la evolución democrática de este país.

La revista mensual que en octubre de 1963 era presentada con pretensiones franciscanas por su fundador, el ex defensor del pueblo Joaquín Ruiz-Giménez, se convirtió en sus 15 años de exis tencia (fue cerrada por problemas económicos en octubre de 1978), en el vehículo que facilitó el cambio hacia la democracia Más de 150 parlamentarios actuales y decenas de periodistas que ahora ocupan cargos ejecutivos en distintos medios se han relacionado con esta revista, que llegó a estar en manos de 2.000 accionistas y alcanzó una difusión máxima de 100.000 ejemplares -entre ellos, 25.000 suscriptores- en sus mejores tiempos, aunque al cerrar rondaba los 60.000, según el entonces director, Pedro Altares. La editorial publicó 500 libros."A raíz de la encíclica Paz en la Tierra, de Juan XXIII, se nos ocurrió crear un espacio de diálogo en España que ayudara a superar las distancias entre vencedores y vencidos y hacer posible una transición pacífica a la democracia, y fue una experiencia inolvidable", afirma Ruiz-Giménez. "Cuadernos se convirtió en una plataforma de encuentros sin discriminación alguna. Su último esfuerzo se dirigió a facilitar la firma de la Constitución. Nacía la Constitución y moría, con la democracia, Cuadernos. Ahora parece que se añora ese espíritu, pero sin nostalgia".

Deseo de cambio

La influencia que ejerció la revista ha sido destacada por Rafael Arias Salgado, actual ejecutivo del CDS, que ejerció como consejero delegado de redacción y editorialista político de Cuadernos, en los siguientes términos: "Hubo una correlación entre los protagonistas de las Cortes Constituyentes y los miembros que componían el consejo de redacción de la revista, y por otra parte Cuadernos representó un modelo de transición que se produjo en la realidad".

Gregorio Peces Barba, militante del PSOE, catedrático de universidad, ex presidente de las Cortes, vinculado también estrechamente desde el principio a la revista, dice que esta publicación fue una cantera de directivos políticos para la democracia "precisamente porque iba por delante recogiendo el deseo de cambio de la sociedad". En el consejo de redacción se sentó también Julián Ariza, dirigente actual de CC OO, que fue invitado junto con Marcelino Camacho, compañero suyo en la Perkins, a participar en el proyecto. "Fue una gran revista, que ahora nos haría falta, que tuvo en cuenta al movimiento obrero a pesar de estar en una zona de libertad vigilada dentro de la dictadura".

Javier Rupérez, diputado y presidente de Democracia Cristiana y otro de los históricos, recuerda "como un punto permanente de referencia" la experiencia en el grupo fundador de Cuadernos "porque fue un período definitivo desde el punto de vista de las opciones políticas".

Elías Díaz, catedrático de filosofía del derecho en la universidad Autónoma de Madrid, otro de los primerizos, explica que en la revista se produjo el cruce de dos generaciones: "la del 56, en la que me incluyo, que teníamos como obsesión la lucha por la democracia, y la generación del 68, que insistía más en el desarrollo de la sociedad civil, dos tendencias complementarias".

El filósofo José Luis L. Aranguren, que expuso parte de su pensamiento en esta revista, ha destacado tres características: "`Significó una voluntad de apertura política, un intento de puesta al día en lo religioso y unos planteamientos intelectuales diferentes". Para Aranguren no cabe ahora la nostalgia: "la revista murió a tiempo, precisamente cuando tenía que morir".

Política y periodismo

La primera etapa de Cuadernos, desde su fundación hasta su paso a semanario en febrero de 1976, fue escrita por los políticos. De hecho, la única persona liberada desde el principio, con plena dedicación al proyecto, fue Pedro Altares, quien precisamente se hizo cargo de la dirección de la revista en la segunda y última etapa.Los políticos más relevantes de centro y de izquierda, y en menor número de la derecha, estuvieron vinculados a la revista. "Los primeros años era una revista más confesional y democristiana", dice Félix Santos, director desde 1968 hasta 1976. "Recuerdo que el número dedicado a la caída de Allende en Chile provocó una fuerte crisis dentro de los democristianos de Cuadernos. Durante esta etapa, la presión de la Administración era constante. Llegué a tener abiertos 16 expedientes del Ministerio de Información y Turismo y siete procesamientos en el Tribunal de Orden Público. Teníamos que cuidar mucho el secuestro porque sobrepasar un número determinado hubiera sido mortal para nuestra economía". En el referéndum de 1968 Cuadernos fue la única publicación legal que propugnó el no. Santos estima que mereció la pena todo esto "si, a cambio, se ejerció una línea analítica y de pedagogía política".

Bajo la dirección de Pedro Altares, con un equipo compacto de redactores -muchos de ellos ocupan ahora puestos de responsabilidad en los principales medios nacionales-, la obsesión por el lenguaje se agudizó "porque ya estábamos bajo la ley Fraga. Quisimos hacer un semanario moderno y un periodismo de investigación, pero la gente parece que quería un periodismo más agresivo, querían ver y leer lo que no habían visto ni leído, por eso las revistas ideológicas no encontraron sitio (Posible, Triunfo, Realidades, entre otras)".

Altares afirma que al hacerse semanario entraron en conflicto los intereses políticos de la primera época y los periodísticos. Un ejemplo de este enfrentamiento fue la publicación anticipada del borrador de la Constitución en 1977. Aun así, Altares cree que la fórmula final de Cuadernos se anticipó a su tiempo.

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