Editorial:

Fantasmas del pasado

CHINA ES el primer país comunista que abrió, hace 10 años, una vía de reformas radicales en virtud de las cuales se ponía límites a la planificación centralizada por el Estado, se fomentaba la privatización de importantes sectores y se ampliaba el área del mercado en el conjunto de la vida económica. Su audacia sorprendió en el mundo del socialismo realmente existente, aunque se tratase de un país heterodoxo. La reforma ha logrado desde entonces resultados indiscutibles, sobre todo en el área de la agricultura, donde el retorno a la empresa familiar ha permitido incrementar la producció...

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CHINA ES el primer país comunista que abrió, hace 10 años, una vía de reformas radicales en virtud de las cuales se ponía límites a la planificación centralizada por el Estado, se fomentaba la privatización de importantes sectores y se ampliaba el área del mercado en el conjunto de la vida económica. Su audacia sorprendió en el mundo del socialismo realmente existente, aunque se tratase de un país heterodoxo. La reforma ha logrado desde entonces resultados indiscutibles, sobre todo en el área de la agricultura, donde el retorno a la empresa familiar ha permitido incrementar la producción y mejorar sustancialmente la alimentación de los chinos. También en el sector industrial, aunque con mayo res dificultades, los cambios obtuvieron resultados precisos en la elevación de la producción: un 16% en 1986 y un 12% en 1987. Hace un año, en el congreso del partido comunista que debía definir el camino a seguir hasta finales de los ochenta, prevalecía sin lugar a dudas la política reformista. ¿Qué ha ocurrido para que en el curso de este año, y sobre todo en los últimos meses, se haya impuesto una orientación contraria? Durante este período, los precios han subido en progresión geométrica; los sectores privados -o los situados entre lo privado y lo estatal- han obtenido cuantiosos beneficios, pero una gran parte de la población asiste impávida al descenso de su nivel de vida, y además se multiplican los casos de una corrupción que ha penetrado incluso en las altas esferas del Estado y del partido. La dirección comunista se encuentra sin instrumentos estrictamente económicos para frenar las tendencias inflacionistas y ha recurrido a los viejos métodos: ampliar la esfera de precios sometidos a control estatal, reglamentaciones para frenar la autonomía de empresas y autoridades locales, disminución de los créditos, etcétera. El objetivo es cortar el recalentamiento de la economía, bloquear los precios y, en consecuencia, poner freno a la reforma durante unos años.

Paralelamente a estas medidas, el responsable de la ideología en el Buró Político, Hu Qili, ha exigido a la Prensa que modere sus críticas y que tenga en cuenta las exigencias de la política oficial. En realidad, la liberalización de la opinión pública china ha tenido siempre límites estrechos, si bien ha permitido discusiones públicas interesantes sobre los ritmos de la reforma y sus contenidos. La actitud de Hu Qili representa la opinión de los grupos que, dentro de una actitud favorable a la línea reformista, quieren reducir ésta al mínimo.

En todo caso, la reforma ha generado ya realidades irreversibles, de modo que es dudoso que sean eficaces unas medidas administrativas de carácter centralizado como las que las autoridades chinas quieren imponer para atajar el aumento de la inflación, que amenaza con provocar el descontento y la indignación de la población. El proceso reformador ha creado situaciones muy dispares: regiones de economía rigurosamente estatificada conviven junto a zonas costeras con estatuto especial en las que se desarrolla una economía cada vez más abiertamente capitalista. Una posible vuelta atrás ahora pondría también en cuestión el eslogan tantas veces proclamado por el número uno chino, Deng Xiaoping, de "un país, dos sistemas", con el que se venía a definir una política de integración destinada a la futura incorporación de Hong Kong -prevista para finales de siglo- y a servir como señuelo para una eventual -y todavía muy lejana- reunificación con Taiwan.

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Las dificultades económicas están siendo utilizadas por los sectores conservadores y por los partidarios de una reforma aplicada con dosis homeopáticas. China atraviesa por ello un momento delicado, no sólo económico, sino también político. Pero existen razones objetivas, nacionales e internacionales, para pensar que la dirección china, aun estando obligada a hacer frente a los problemas inflacionistas, no cambiará el rumbo fundamental que viene siguiendo desde hace 10 años.

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