Tribuna:

Filfa

Yo no sé si ustedes padecen la peregrina afición a leer la Prensa. Si es así, quizá hayan podido percatarse de los nuevos modos estivales; de cómo todas las revistas han parido suplementos, separatas, páginas especiales del verano, amplias secciones de contenido escaso, cotilleos, chismorreces y fruslerías varias. Tal parecería que los medios se han empeñado en un combate singular para demostrarse mutuamente que ellos son los más chundarateros y los más frívolos. Y despliegan tal ardor en el esfuerzo, que, comparadas con estas separatas, las tradicionales revistas de¡ corazón resultan tan impo...

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Yo no sé si ustedes padecen la peregrina afición a leer la Prensa. Si es así, quizá hayan podido percatarse de los nuevos modos estivales; de cómo todas las revistas han parido suplementos, separatas, páginas especiales del verano, amplias secciones de contenido escaso, cotilleos, chismorreces y fruslerías varias. Tal parecería que los medios se han empeñado en un combate singular para demostrarse mutuamente que ellos son los más chundarateros y los más frívolos. Y despliegan tal ardor en el esfuerzo, que, comparadas con estas separatas, las tradicionales revistas de¡ corazón resultan tan imponentes y sesudas como El criterio, de Balmes.Mantengo la teoría de que la Prensa es un espejo social muy afilado, un reflejo de papel de lo que somos. Y espeluzna pensar que el país haya alcanzado simas de modorrez tan colosales como para nutrir toda esa fiebre de insustancialidad canicular. Oh, sí: me parece estar escuchando la irónica opinión de los posmodernos, de todos esos intelectuales exquisitos que acaban de descubrir que Dinastía es un alimento imprescindible para el alma. Me parece oír su reivindicación habitual de la banalidad y el divertimiento, su consabida crítica al cutrerío progre y a lo aburrido.

Lo que sucede, sin embargo, es que hay infinitas maneras de divertirse. Hay gentes que se divierten, por ejemplo, quemando vivos a los perros callejeros, y no por ello vamos a reivindicar como hobby nacional la pira pública. También el placer es una disciplina cultural, quizá la más refinada y más compleja. Se me ocurre que, más que buscar la diversión, lo que el paisanaje busca últimamente es el entumecimiento intelectual, el no pensar, no sentir y no vivir. Sintonizando el parecer de sus lectores, la Prensa les ofrece toneladas de basurilla impresa. Con el agravante de que este fenómeno sucede en el verano, juzgando que, en época de ocio, los lectores no darnos para más. Y así estamos, convirtiendo nuestro tiempo libre, que debería ser la culminación de lo que somos, en un divertimiento sucedáneo. En pura filfa.

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