Ayer, fecha de la suerte en Asia

Los chinos cantoneses de varios países del sureste asiático vivieron ayer una jornada de eufórica superstición al coincidir el octavo día del octavo mes del año 88 de este siglo.Cualquier excusa es válida para invocar a la buena suerte. La atención de la mayoría de los habitantes de Hong Kong estaba centrada en un premio gordo especial para celebrar la coincidencia de ochos en la fecha de ayer, que provocó largas colas en las administraciones de lotería que dejaron vacíos los círculos de la Bolsa de la colonia inglesa.

También con motivo de esta fecha se inauguró en Hong Kong la ...

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Los chinos cantoneses de varios países del sureste asiático vivieron ayer una jornada de eufórica superstición al coincidir el octavo día del octavo mes del año 88 de este siglo.Cualquier excusa es válida para invocar a la buena suerte. La atención de la mayoría de los habitantes de Hong Kong estaba centrada en un premio gordo especial para celebrar la coincidencia de ochos en la fecha de ayer, que provocó largas colas en las administraciones de lotería que dejaron vacíos los círculos de la Bolsa de la colonia inglesa.

También con motivo de esta fecha se inauguró en Hong Kong la nueva sede del Banco de China, que es uno de los seis edificios más altos del mundo. La fecha de la ceremonia de apertura fue acordada por los constructores japoneses y sin la intervención de los directivos del Banco de China.

En Singapur tampoco se desperdició la suerte que la fecha podía traer, aunque las apuestas fueron menos materiales. En una ceremonia conjunta, 102 parejas contrajeron matrimonio y al margen de esta ceremonia se celebró un 30% más de matrimonios que en un día normal. Malaisia es otro de los puntos de esta región donde la influencia de la superstición se dejó sentir. Ayer se firmaron los contratos del cacao en la capital, Kuala Lumpur, y los hospitales registraron un incremento de mujeres deseosas de provocar el nacimiento de sus hijos en esta fecha supuestamente cabalística.

En Pekín, sin embargo, el día pasó sin pena ni gloria. "Son sólo supersticiones de los cantoneses y de los obsesionados con el dinero de Hong Kong", comentó con cierto desprecio un funcionario chino.

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