Cartas al director

Muertes absurdas

Ésta es una carta abierta a los señores diputados: No saben ustedes la alegría que me causan esos debates llenos de interés, en los que tratan asuntos positivos para el bienestar de todos los españoles. Vengan del color político de donde vengan, sólo cabe suponer que buscan la mejora de vida para toda la sociedad.Sin embargo, no hago esta carta pública con el solo ánimo de reconocerles méritos, mas aun como representantes de todos los ciudadanos y en particular mío, me veo en la obligación de denunciar el siguiente caso personal, pero transferible a otras 196 familias ¡por el momento! y que co...

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Ésta es una carta abierta a los señores diputados: No saben ustedes la alegría que me causan esos debates llenos de interés, en los que tratan asuntos positivos para el bienestar de todos los españoles. Vengan del color político de donde vengan, sólo cabe suponer que buscan la mejora de vida para toda la sociedad.Sin embargo, no hago esta carta pública con el solo ánimo de reconocerles méritos, mas aun como representantes de todos los ciudadanos y en particular mío, me veo en la obligación de denunciar el siguiente caso personal, pero transferible a otras 196 familias ¡por el momento! y que constituyen el motivo de mi escrito:

Soy el padre del soldado Rafael Varo Mora, muerto el día 25 de junio de este año por un disparo fortuito realizado por otro soldado compañero de mi hijo, mientras cumplían servicio en la prisión militar de Alcalá de Henares. Mala fortuna para él, que nos abandonó con 24 años. Mala fortuna para nosotros, que ante la magnitud de la desgracia, tuvimos que soportar la falta de caridad con la que fuimos tratados, en una población extraña y desconocida para nosotros, por todos aquellos que más estaban obligados a hacerlo: sus jefes militares, el personal sanitario que lo atendió, el personal del juzgado que ese día realizaba la guardia, etcétera. En fin, todo fue silencio y remisión al secreto del sumario.

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Yo les preguntaría señores diputados, de cualquier ideología ¿dónde estáis?, ¿cuándo se discutirá tanta muerte absurda?, ¿cuándo exigirán verdaderas responsabilidades? Ni siquiera, al redactar esta carta, mi hijo es el último de la lista. Son algunas familias más las que ya siguen a la mía. ¿Habrán ellas sufrido el funcionamiento de todas las instituciones implicadas en un caso como éste?

Cuando se acercan las elec ciones, ustedes ensucian nuestras calles, afean nuestras fachadas, nos ensordecen con sus vehículos de propaganda y nos saturan de promesas de todo aquello que buscamos, especialmente del respeto a las personas. Cuando éstas pasan, ya se sabe: las palabras se las lleva el viento. Nadie se ha preocupado de inquirir en qué condiciones ocurren todos estos accidentes, y día tras día en lo que va de año, la media de estos accidentes es uno diario.-

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