Cynthia Payne

Una 'madame' que quiere sentarse en la Cámara de los Comunes

Cynthia Payne, regordeta, voz aguda, sonrisa fácil y boca ancha, opta hoy a un escaño en la Cámara de los Comunes. Payne no tiene, a sus 56 años, la más remota posibilidad de entrar en ese selecto club porque en el pasado actuó como celestina de otro no tan escogido. Por tales andanzas fue condenada a 18 meses de cárcel en 1980 y ahora ha transformado aquella publicidad en propaganda a favor del Payne and Pleasure Party, un presunto partido que tiene un solo punto en su programa: liberalizar los estímulos sexuales para el psicológicamente macerado cuerpo del británico.

El nombre del gru...

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Cynthia Payne, regordeta, voz aguda, sonrisa fácil y boca ancha, opta hoy a un escaño en la Cámara de los Comunes. Payne no tiene, a sus 56 años, la más remota posibilidad de entrar en ese selecto club porque en el pasado actuó como celestina de otro no tan escogido. Por tales andanzas fue condenada a 18 meses de cárcel en 1980 y ahora ha transformado aquella publicidad en propaganda a favor del Payne and Pleasure Party, un presunto partido que tiene un solo punto en su programa: liberalizar los estímulos sexuales para el psicológicamente macerado cuerpo del británico.

El nombre del grupo que encabeza esta candidata es un juego de palabras. Lo que escrito se traduce como el Partido de Payne y Placer, suena como el Partido del Dolor y del Placer debido a la homofonía de la palabra dolor (pain) con el apellido de la candidata. "Nunca había tenido ninguna actividad política, pero ya sabe que en 1980 me condenaron a 18 meses, de los que cumplí seis", por regentar una casa de mala nota, dice Payne mientras se dispone a recorrer su circunscripción electoral de Kensington, en Londres, donde es más conocida que la mayoría de los otros 15 candidatos. Aquel percance sólo le hizo notar "lo ridículo de unas disposiciones que permiten encarcelar a alguien con una ley de 1750".Sin embargo, la gota que colmó el vaso de su paciencia y le incitó al activismo político fue "un reciente asalto" sufrido en su casa. "Estábamos en una reunión y de repente aparecieron 40 policías". La reunión era especial, pero tampoco muy diferente a las que hay en otras casas particulares, según ella. "Si hubiera habido drogas o así lo entendería", pero en este caso sólo "había sexo, si se quería".

Payne se sintió "muy preocupada" por el incidente, visto como una muestra incuestionable de que "no hay libertad de reunión", y decidió hacer algo. La elección parcial en Kensington le ha permitido llevar el asunto al terreno político. Lo que ella propone es liberalizar las leyes sexuales en el Reino Unido, y por si eso resulta una plataforma muy cruda dice también que "hay que llevar más mujeres, ahora sólo hay 20, al Parlamento", en cuya Cámara baja se sientan 650 miembros.

"Si se legalizaran los burdeles habría menos abusos sexuales a menores y menos violaciones", señala Payne, quien también aboga por la eliminación de las férreas restricciones sobre pornografía. "Hay que actuar con moderación, y muchos libros y películas porno de sexo normal son buenos".

Las apuestas están 5.000 a 1 en contra de una Payne en los Comunes, pero eso no le importa. "La campaña ha tenido un gran impacto" y ella ha firmado buen número de autógrafos: "Sexplícitamente suya, Cyrithia". El intríngulis está en el número de votos que pueda conseguir. La circunscripción tiene un electorado teórico de 46.000 votantes, aunque no se espera que haya muchos más de 25.000 sufragios. "Calculo que puedo sacar unos 2.000 votos", dice la candidata. "Lo importante es que ya se empieza a pensar en el problema de estas estúpidas leyes" que censuran la pornografía y no toleran debidamente la homosexualidad. Quienes la han tratado más dicen que Payne es políticamente conservadora, pero ella se define como "liberal, tolerante, una persona que vive en la edad del consentimiento".

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