Tribuna:

Enfermos

Las clínicas son el negocio del siglo. Desde los métodos de desprogramación mental para ex miembros del Opus, hasta el desarrollo de técnicas contra la adicción al bingo, la clínica lo trata todo.Una parte de los jóvenes colgados de la droga fueron desenganchados por grupos que los engancharon a una determinada fe, pero revelándose después nocivo el sectarismo, terapias de tipo ocupacional lograron engancharles a hábitos laborales, de los que sin duda deberán tratarse más pronto o más tarde. De una u otra manera el sujeto actual debe considerarse siempre enfermo.

La enfermedad es...

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Las clínicas son el negocio del siglo. Desde los métodos de desprogramación mental para ex miembros del Opus, hasta el desarrollo de técnicas contra la adicción al bingo, la clínica lo trata todo.Una parte de los jóvenes colgados de la droga fueron desenganchados por grupos que los engancharon a una determinada fe, pero revelándose después nocivo el sectarismo, terapias de tipo ocupacional lograron engancharles a hábitos laborales, de los que sin duda deberán tratarse más pronto o más tarde. De una u otra manera el sujeto actual debe considerarse siempre enfermo.

La enfermedad es un paradigma de la época. El firmamento, por ejemplo, ha sido descubierto como una reserva patológica formidable. No sé si han oído hablar de las tremendas masas de virus que se pasean por el espacio en forma de cabellera.

Hacia arriba o hacia abajo, el telescopio y el microscopio no cesan de relatar acontecimientos clínicos. Incluso los instrumentos electrónicos más perfeccionados son objeto de dañinas filtraciones víricas.

. Las moquetas, la laca para el pelo, el hilo musical, los cristales ahumados, la mostaza, el color violeta, casi todo es susceptible de transmitir el mal que porta. Los medios de producción están infectados de radiaciones que recaen inexorablemente sobre la salud del empleado. Pero ¿qué decir a la vez de las enfermedades que acosan a los que están parados?

No hay resguardo. En las separaciones matrimoniales, en los cócteles, en los viajes, en los tanatorios y en los bautizos cada vez más se escucha a alguien que recomienda a otro la idea de buscar asistencia médica especializada. El tratamiento clínico de la adversidad, la soledad o la gloria misma están a la orden del día. No hay prácticamente modo de imaginar un bien o un mal, sea la tristeza, la silueta o la fe, que no tenga sitio en el directorio de un centro hospitalario.

La conciencia de estar plenamente enfermo es hoy, sin lugar a dudas, lo que distingue a un verdadero ciudadano.

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