Rocard se prepara a restablecer el impuesto a las grandes fortunas

El Gobierno de Michel Rocard aprobará el próximo 13 de julio el restablecimiento del impuesto sobre las grandes fortunas, abolido por el Gobierno de Jacques Chirac en 1986, en cumplimiento de una de las escasas promesas electorales realizadas por François Mitterrand con ocasión de su campaña para la reelección como presidente de la República.

La nueva contribución fiscal, que será presentada al Parlamento después de las vacaciones veraniegas, recibirá el nombre de impuesto de solidaridad sobre la fortuna y afectará a unos 100.000 contribuyentes, cuyos patrimonios serán gravados en un po...

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El Gobierno de Michel Rocard aprobará el próximo 13 de julio el restablecimiento del impuesto sobre las grandes fortunas, abolido por el Gobierno de Jacques Chirac en 1986, en cumplimiento de una de las escasas promesas electorales realizadas por François Mitterrand con ocasión de su campaña para la reelección como presidente de la República.

La nueva contribución fiscal, que será presentada al Parlamento después de las vacaciones veraniegas, recibirá el nombre de impuesto de solidaridad sobre la fortuna y afectará a unos 100.000 contribuyentes, cuyos patrimonios serán gravados en un porcentaje que oscilará entre el 0,5% y el 0,9%.El nuevo impuesto debe producir 4.000 millones de francos (unos 80.000 millones de pesetas) de ingreso al fisco francés, que los destinará a otra medida programática de Mitterrand, la creación de un ingreso mínimo de reinserción, destinado a todos los ciudadanos sin trabajo ni medios de subsistencia.

El coste de este salario para los pobres ha sido evaluado en el doble de, la recaudación prevista por el nuevo impuesto; de ahí las divergencias entre el ministro de Economía, Pierre Bérégovoy, y Michel Rocard sobre los tipos a aplicar. Bérégovoy deseaba llegar hasta el 1,5% como nuevos ingresos, frente al techo del 1% defendido por el primer ministro.

El tipo máximo, del 0,9%, afectará a las fortunas superiores a, 12 millones de francos (240 millones de pesetas), y el mínimo, del 0,4%, a las situadas entre cuatro millones y siete millones de francos (80 millones y 140 millones de pesetas). Michel Rocard ha querido aplicar el programa presidencial sin producir estropicios en la economía francesa.

"Por eso se ha esforzado en aligerar el impuesto sin renegar de los compromisos de Mitterrand", asegura Jean Boissonat, director del diario económico La Tribune de l'Expansion. Según Boissonat, "todo el mundo observa que el restablecimiento de este impuesto no tiene más justificación que el último homenaje rendido por la izquierda del Gobierno a la izquierda ideológica". El primer ministro ha querido evitar en todo momento la presentación de este impuesto como una forma de venganza socialista contra la derecha, asegurando que no será "ni confiscatorio ni asesino".

El presidente de la patronal francesa, François Périgot, aseguró el domingo que el nuevo impuesto "afecta directamente al patrimonio invertido en las empresas". Bruno Durieux, diputado centrista y consejero económico de Raymond Barre, ha avanzado que la posición de sus correligionarios será constructiva respecto al proyecto de Rocard, aunque ha calificado de "estúpido" este nuevo impuesto.

Patrimonio

Según Durieux, el impuesto sobre la fortuna "no debe agravar la imposición global sobre el patrimonio en Francia; debe exonerar los instrumentos de trabajo, ser compatible con la liberalización de movimientos de capital, debe limitarse en relación a los ingresos reales y no debe frenar la transmisión de empresas".Buena parte de estas críticas han sido recogidas por el proyecto de Michel Rocard, que exonera, como el impuesto aprobado en 1982, las obras de arte, los bosques, las tierras agrícolas y los útiles de trabajo dentro de unos límites, entendiendo como tales el propio capital cuando su poseedor es directivo de la empresa.

El nuevo impuesto no podrá sobrepasar nunca el 80% de los ingresos del contribuyente, para evitar lo sucedido en 1985, que 600 personas se veían obligadas a vender parte de su patrimonio para saldar sus deudas fiscales. De esta forma se impone un límite a las recaudaciones de la Hacienda francesa.

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