Lucien Castella

Cervantes y el Camino de Santiago de un francés en carretera

Llegó a Salamanca en 1955, recién cumplidos los 20 años, para estudiar literatura clásica española, pero sus compañeros le sugirieron que acudiera a las clases de derecho que daba el profesor Tierno Galván si quería aprender buen castellano. Tierno, Aldecoa y Pepe Hierro llegaron a ser grandes amigos de este provenzal deslumbrado por el conocimiento de Castilla y de su idioma, hoy catedrático de la universidad de Aix-en-Provence, especializado en Cervantes y en los poetas místicos menores del siglo XVII e infatigable viajero por las ingratas carreteras españolas.

Ni siquiera se queja Ca...

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Llegó a Salamanca en 1955, recién cumplidos los 20 años, para estudiar literatura clásica española, pero sus compañeros le sugirieron que acudiera a las clases de derecho que daba el profesor Tierno Galván si quería aprender buen castellano. Tierno, Aldecoa y Pepe Hierro llegaron a ser grandes amigos de este provenzal deslumbrado por el conocimiento de Castilla y de su idioma, hoy catedrático de la universidad de Aix-en-Provence, especializado en Cervantes y en los poetas místicos menores del siglo XVII e infatigable viajero por las ingratas carreteras españolas.

Ni siquiera se queja Castella de las deficiencias de esa estructura viaria que conoce con precisión de viajante de comercio y trucos de guía nativo. Conoce las fondas de los caminos mejor que los vestíbulos de los aeropuertos y se reconoce devorado por "un insaciable apetito de conocer el espacio español". "Los españoles poseen una cultura personal, no erudita pero intensa, aleccionadora y entrañable guiada por un sentido de la relatividad que les hace poner las cosas en su sitio".Angustiado por la creciente homogeneización de la cultura en torno al modelo anglosajón, Castella es un entusiasta defensor de las culturas vernáculas y un buscador insaciable de la identidad europea. "Creo", afirma, "que la Comunidad Europea ha de ser algo más que un mero asunto de compra y venta de huevos y productos lácteos".

En su último viaje relámpago por tierras españolas, Lucien Castella se ha ocupado de la coordinación del Proyecto Erasmus, que fomenta los intercambios entre varias universidades europeas. Un proyecto conjunto actualmente en marcha interrelaciona a las universidades de Provenza, Bar¡, Murcia, Leeds y Coimbra.

Firmemente convencido del creciente interés que lo español suscita en Francia por encima de los tópicos, admirador ardiente de los filmes de Almodóvar y amigo personal de escritores, artistas y políticos, Castella recuerda con enorme cariño un espacio de tiempo comprendido entre 1982 y,1986, período en el que ocupó la consejería cultural de la embajada francesa en Madrid.

Defiende este catedrático peregrino la vigencia del Camino de Santiago, quizá la primera autopista europea, modelo de vía de comunicación que de mostró la franqueabilidad de los Pirineos. Traductor de Ignacio Aldecoa al francés, cree que sus compatriotas se están volviendo conscientes de que España cambia rotundamente y comienzan a identificar su nombre con creatividad, ideas nuevas y gente joven.

Entre las abundantes peripecias en pro del hermanamiento cultural hispano-galo cuenta Lucien Castella cómo pasó a convertirse en personaje de la novela El Griffon, premio nacional de Literatura en 1986. Su autor, el escritor gallego Alfredo Conde, residió unos días como huésped de Castella en un piso de la calle del Griffon de Aix durante un curso de verano. El enigma del monstruo que da nombre a la calle y la peripecia de un profesor invitado sirven como telón de fondo a una narración que cruza lo galaico con lo provenzal.

En sus rápidos y zigzagueantes itinerarios de lado a lado de los Pirineos, Castella se ocupa en una singular y doble batalla: españolizar a los europeos y europeizar a los españoles.

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