Tribuna:

Prótesis

Si ayer había que colgarle la etiqueta pos a todo lo que se movía un poco, sobre todo si era movimiento nocturno y municipal, ahora resulta que el sambenito neo es la prótesis de recambio. Es el prefijo dominante. Dicen que ya no se dice posmodernidad, posvanguardia, posindustrial, posideológico, poshistoria, posetcétera. La pronunciación correcta, por lo visto, es neomoderno, neovanguardia, neofilosófico, neopolítico y así sucesivamente. Después de los verbeneros y fragmentarios fuegos artificiales del pos, rugen los nuevos neones de la selva metropolitana: el neogeo, el ...

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Si ayer había que colgarle la etiqueta pos a todo lo que se movía un poco, sobre todo si era movimiento nocturno y municipal, ahora resulta que el sambenito neo es la prótesis de recambio. Es el prefijo dominante. Dicen que ya no se dice posmodernidad, posvanguardia, posindustrial, posideológico, poshistoria, posetcétera. La pronunciación correcta, por lo visto, es neomoderno, neovanguardia, neofilosófico, neopolítico y así sucesivamente. Después de los verbeneros y fragmentarios fuegos artificiales del pos, rugen los nuevos neones de la selva metropolitana: el neogeo, el neominimal, el neoexpresionismo, el neopop, lo neobrutal, el neoproceso y lo último, el new-hic.Que me registren, porque sólo me limito a registrar los ruidos del momento, y tampoco entiendo yo los motivos de este brusco cambio de dirección y velocidad. No me explico cómo es posible que una noche te acuestes con un prefijo tan funerario como el pos, que te hablaba del fin de todo, del después de, del sanseacabó, con tanta pinta de punto y aparte, y a la mañana siguiente despiertes abrazado al prefijo contrario, a este neo revisionista y regenerador que ya no le tiene manía a la desacreditada modernidad, que incluso te incita a ligar con la razón, el progreso, las vanguardias y otros divorcios anunciados.

Esta vez no me pillan con el truco del prefijo de moda. Me importa un bledo que se diga premoderno, tardomoderno, posmoderno o neomoderno. Y, además, estoy harto de añadir o quitar partículas a las palabras, del juego de colocarles prótesis delanteras o traseras. Arruiné la mitad de mi vida por los sufijos, por culpa de aquellos enormes ismos con respuesta para todo, hipnotizado por los rabos ideológicos, sólo discutiendo de la parte de atrás de las palabras, y no estoy dispuesto a pasarme el resto mareado por esas muletillas que ahora colocan en la parte delantera de las mismas palabras. Y lo peor es que estos ateos que tanto nos tocan los prefijos son aquellos fanáticos que gozaban dándonos por el sufijo.

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