Crítica:CINE EN TELEVISIÓN

Teatro y vida

Como ya se ha dicho una y otra vez, El último metro (Le dernier métro, 1980) viene a ser al mundo del teatro lo que La noche americana fuera al del cine. Esto, en efecto, es exacto desde el punto de vista del amor que François Truffaut siente por sus personajes y la pasión que destila hacia todo lo que sea representación, espectáculo y actores.Ahora bien, a El último metro lo sustenta un asunto más grave, un mayor dramatismo, puesto que el filme nos relata los días del París ocupado y sus incidencias en el ámbito teatral: la primera actriz de un teatro deberá escond...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Como ya se ha dicho una y otra vez, El último metro (Le dernier métro, 1980) viene a ser al mundo del teatro lo que La noche americana fuera al del cine. Esto, en efecto, es exacto desde el punto de vista del amor que François Truffaut siente por sus personajes y la pasión que destila hacia todo lo que sea representación, espectáculo y actores.Ahora bien, a El último metro lo sustenta un asunto más grave, un mayor dramatismo, puesto que el filme nos relata los días del París ocupado y sus incidencias en el ámbito teatral: la primera actriz de un teatro deberá esconder a su marido, director de la sala y judío, en los sótanos. Una multitud de personajes desfila por nuestros ojos, desde resistentes a colaboracionistas. Paralelamente, varios romances se hacen y se deshacen en la película.

Truffaut pretende reflejar, como decía él mismo, "el perfume de una época". Era una idea que rondaba por su cabeza desde mediados de los sesenta y que no pudo llevar a cabo hasta 1980 gracias a la lectura de las memorias de Jean Marais.

Con una espléndida fotografía de Néstor Almendros, El último metro es un trabajo delicado y sensible, como todos los de su autor, y recorrido de una sincera nostalgia por lo que cuenta.

El último metro se emite hoy, a las 21.20, por TVE-2.

Archivado En