POLICÍAS EN EL BANQUILLO

El primo de Palencia

, Dos inspectores de policía con los que Federico Venero mantuvo estrecho contacto, según demuestran las conversaciones telefónicas grabadas por la Brigada Regional de Policía Judicial de Santander, son Victoriano Gutiérrez Lobo y Adelardo Rafael Martínez García. El primero de ellos, merced en gran medida a las declaraciones judiciales de Venero, afronta una petición de 33 años de cárcel en relación con la desaparición de Santiago Corella. El segundo está procesado por tenencia ilícita de armas en el sumario de Santander.

Tan estrecha era la relación entre los entonces amigos...

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, Dos inspectores de policía con los que Federico Venero mantuvo estrecho contacto, según demuestran las conversaciones telefónicas grabadas por la Brigada Regional de Policía Judicial de Santander, son Victoriano Gutiérrez Lobo y Adelardo Rafael Martínez García. El primero de ellos, merced en gran medida a las declaraciones judiciales de Venero, afronta una petición de 33 años de cárcel en relación con la desaparición de Santiago Corella. El segundo está procesado por tenencia ilícita de armas en el sumario de Santander.

Tan estrecha era la relación entre los entonces amigos y ahora acusados y acusador que, según las citadas conversaciones, Venero e incluso su mujer, Luisa, conocian a estos policías por la voz cuando llamaban por teléfono sin necesidad de identificarse.

Gutiérrez Lobo, entre otras cosas, llegó a hacer al joyero el favor de diversas gestiones jurídicas con vistas al juicio del atraco a la joyería Rubí. Martínez García, a quien Venero pone sobre aviso de un viaje a Madrid de Francisco Javier Sánchez Rico, Pardi -uno de los delincuentes que con mayor confianza trataba Venero-, tranquiliza al joyero el 23 de noviembre de 1985 con la siguiente frase, después de que el confidente le hubiera pedido que le echara "un cable": "Hombre, claro. Uno no, hombre; 200 si hace falta". Venero manifestaba en esos días una gran preocupación porque la policía había incautado a una clienta suya un vídeo de presunta procedencia ilegal, vendido por el joyero y del que éste no podía presentar ninguna factura acreditativa. Adelardo, al final, arregló este problema.

La familiaridad con estos agentes llegaba a tanto que Venero, el 27 de septiembre de 1985, llamó a Madrid a Gutiérrez Lobo. Éste no se encontraba en su despacho y Venero no dejó más referencia, sabiendo que iba a ser entendida, que la siguiente: "Le dice que le ha llamado su primo de Palencia".

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