Cartas al director

Frente de lo patológico

En el espacio Mi querido Pirulí del día 20 de abril, España entera pudo asistir a uno de esos programas que por sí mismos justifican la existencia de la televisión. los referimos al debate entre los políticos vascos Damborenea y Chema Montero.Mando esta carta con el deseo más decidido de sumarme a la aliente e irrebatible dialéctica e Damborenea. Sus aplastantes preguntas eran de este calibre: Por qué mata ETA? ¿Cómo es posible, racional, ética y políticamente, apoyar a unos pistoleros? Por qué una minoría manifiesta atribuye recalcitrante y pretenciosamente la representación e todo un ...

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En el espacio Mi querido Pirulí del día 20 de abril, España entera pudo asistir a uno de esos programas que por sí mismos justifican la existencia de la televisión. los referimos al debate entre los políticos vascos Damborenea y Chema Montero.Mando esta carta con el deseo más decidido de sumarme a la aliente e irrebatible dialéctica e Damborenea. Sus aplastantes preguntas eran de este calibre: Por qué mata ETA? ¿Cómo es posible, racional, ética y políticamente, apoyar a unos pistoleros? Por qué una minoría manifiesta atribuye recalcitrante y pretenciosamente la representación e todo un pueblo que éste jamás o dio? ¿Cómo se puede justificar un proyecto sociocultural en cualquier caso discutible y de hecho defendible democráticamente queriéndolo imponer con el tiro en la nuca y las bombas? ¿Y con qué derecho esta lucha armada se ha de financiar con la extorsión y el secuestro?... Y algunas más por el estilo.

El señor Damborenea ponía estas preguntas sobre la mesa con una nitidez meridiana, acorralando a su interlocutor, instándole a contestar con la misma precisión, pero inútilmente. Nos quedamos con las ganas. Una y otra vez, el diputado abertzale se remontaba a unos razonamientos desesperantemente genéricos y prolijos, cayendo maniáticamente en tópicos políticos y en sofismas inconcebibles sobre la explotación y humillación que el Estado impone actualmente al pueblo vasco.

A Cherna Montero aquella noche se le hubiera hidratado un poco su boca reseca si hubiera sido más racional, más autocrítico y más realista, finalmente. Lo admirable de la perspicacia y dialéctica artillera de Damborenea, que no podía soportar tantas milongas divagatorias y abstrusas de Montero, dejó junto a la tensión de la confrontación la pena de ver e hermetismo obtuso de quienes tratan de justificar lo que política, social y éticamente es ruinoso. Es una pena prever que, si el diálogo no acerca las posturas, la única solución para unos será seguir siniestramente matando, mientras para otros será la persecución policial. Nuestra admiración por la valentía de Damborenea.-

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