La derecha francesa cierra filas en torno a Chirac

La mayoría conservadora francesa ha empezado a cerrar filas alrededor de Jacques Chirac, después de los pésimos resultados electorales obtenidos por éste el domingo. El primer ministro ha dado garantías a sus socios más susceptibles de que no habrá concesiones al Frente Nacional, aunque dedicará buena parte de los esfuerzos de su campaña electoral a intentar convencer al electorado ultraderechista.

Todos los componentes de la Unión para la Democracia Francesa (UDF), que respalda a Barre, ya han insinuado que pasarán factura por la fidelidad: los planes expansivos de la neogaullista ...

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La mayoría conservadora francesa ha empezado a cerrar filas alrededor de Jacques Chirac, después de los pésimos resultados electorales obtenidos por éste el domingo. El primer ministro ha dado garantías a sus socios más susceptibles de que no habrá concesiones al Frente Nacional, aunque dedicará buena parte de los esfuerzos de su campaña electoral a intentar convencer al electorado ultraderechista.

Todos los componentes de la Unión para la Democracia Francesa (UDF), que respalda a Barre, ya han insinuado que pasarán factura por la fidelidad: los planes expansivos de la neogaullista Asamblea para la República (RPR), que deseaba convertirse en el núcleo de la gran derecha unificada, deberán pasar, por el momento, a mejor vida.

Chirac necesita de todos los partidos y clubes, y su partido no se halla tampoco en la mejor situación para vertebrar a nadie después de no llegar al 20% el domingo. La mayoría está cumpliendo por el momento su contrato, pero en caso de fracaso electoral parece difícil que vuelva a extender nuevos cheques en blanco a nombre de Chirac. Tras la peripecia en que se halla embarcado el dirigente neogaullista, está en juego incluso la dirección de la futura oposición al socialisme, en caso de victoria de Mitterrand.

Chirac ha dedicado sus últimas 48 horas de trabajo electoral a la consulta con sus amigos de coalición y a la seducción de los notables de la política francesa. Los presidentes de las dos cámaras y los de los consejos regionales han adquirido un repentino cuerpo político en estas elecciones, cuya primera vuelta se ha saldado con un éxito de las fuerzas antiinstitucionales: un tercio de los votos se halla fuera del arco institucional.

El síndrome antifascista

En una parte de la clase política francesa está actuando el síndrome de la ascensión del fascismo, que obliga a buscar la unidad democrática. Varios dirigentes sindicales han manifestado su disposición a celebrar un Primero de Mayo unitario para oponerse al racismo y a la xenofobia de Le Pen.Algunos dirigentes socialistas han empezado a interpretar la posibilidad de apertura hacia el centro propuesta por Mitterrand como un frente republicano contra el fascismo. El propio presidente de la República, que se halla en las Antillas francesas en campaña electoral, ha manifestado su esperanza de que "ningún candidato se dejará llevar hasta el trato" con el Frente Nacional, y ha apelado a las conciencias republicanas.

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Los dirigentes de la mayoría han conseguido, a las 48 horas de la derrota, acomodar sus discursos a las nuevas circunstancias y hacer abstracción de las primeras impresiones producidas por el aumento del lepenismo. Para Chirac, el voto lepenista es, ante todo, "una sanción contra Mitterrand". Para Alain Juppé, el portavoz del primer ministro, "la victoria está al alcance de la mano, por poco que la unión de la mayoría se confirme y la unión de los franceses se realice".

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