San Ciprián era una fiesta

Los 111 trabajadores despedidos de Alúmina han recuperado la sonrisa y sus empleos

Las sonrisas han vuelto a sus rostros. Los 111 trabajadores de Alúmina-Aluminio de San Ciprián despedidos por la empresa el pasado mes de diciembre, a raíz de la paralización de la factoría, comienzan ya a hacer planes después de casi tres meses en los que la incertidumbre y hasta la desesperación presidieron sus vidas. La sentencia de la Magistratura de Trabajo de Lugo, declarando radicalmente nulos sus despidos, les ha devuelto la confianza.

Vivieron con el miedo en el cuerpo durante muchas semanas, y "las secuelas quedarán en nuestras familias por mucho tiempo, porque por muchas sent...

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Las sonrisas han vuelto a sus rostros. Los 111 trabajadores de Alúmina-Aluminio de San Ciprián despedidos por la empresa el pasado mes de diciembre, a raíz de la paralización de la factoría, comienzan ya a hacer planes después de casi tres meses en los que la incertidumbre y hasta la desesperación presidieron sus vidas. La sentencia de la Magistratura de Trabajo de Lugo, declarando radicalmente nulos sus despidos, les ha devuelto la confianza.

Vivieron con el miedo en el cuerpo durante muchas semanas, y "las secuelas quedarán en nuestras familias por mucho tiempo, porque por muchas sentencias que nos sean favorables, no conseguirán borrarnos el recuerdo de estos meses", dicen.Cuentan que, cuando a mediados de diciembre saltaron las dos series de cubas de electrolisis, paralizándose el proceso productivo de la factoría, un trabajador, sin poder contener las lágrimas, llamó al concesionario de automóviles para que le anulara el pedido de un coche. No fue, el único. Alguno llegó a cancelar la compra de un piso y varios la de muebles. Las fiestas navideñas no se celebraron y los Reyes Magos todavía no han llegado. Una gran parte de los 111 despedidos se vio obligada a solicitar que se le retrasase el pago de créditos bancarios de los que venían disfrutando y hasta a pedir ayuda de sus familiares.

Daniel Fernández, Caxete, tenía un crédito para pagar el coche. "Fui a hablar con el director del banco, exponerle mi situación y pedirle que me atrasase los pagos. Lo entendió perfectamente y, pese a que ya me ha enviado varios requerimientos, los pagos los ha retrasado". Sus compañeros coinciden en que las entidades bancarias de la comarca se han portado bien. "Tenían esperanzas de que nuestra situación se normalizase y poder cobrar". A partir de ahora los trabajadores comienzan ya a hacer planes para pagar las deudas contraídas en los últimos meses.

Caja de resistencia

Los problemas económicos que hubieron de padecer los despedidos del complejo los fueron superando en la mayoría de los casos con la ayuda de sus familiares más próximos. Hubo quien mandó a su mujer y a los hijos a vivir con los padres. También quien vio cómo peligraba su estabilidad matrimonial y hasta quien se sintió rechazado por compañeros del mismo complejo. "Gente con experiencia en conflictos laborales que creías que no te iba a fallar y te falló, quizá para que no le pidieses dinero", dice Caxete. La caja de resistencia ha recogido desde el cierre de la factoría casi 14 millones de pesetas. De ella han vivido las 111 familias, que percibieron en todo este tiempo unas 95.000 pesetas cada una.Cándido Caballeiro conoce bien los sinsabores del mar. Una larga etapa de su vida la pasó trabajando en barcos de Pescanova, pero, pese a ello, cuando supo de su despido pensó en volver a navegar.

Los trabajadores del sector de electrolisis de San Ciprián vivieron tres meses en la incertidumbre. Fueron jornadas en las que "las tensiones familiares se acrecentaron", buscando refugio en la factoría, "donde encontrabas el apoyo de los otros despedidos. Te pasabas el día hablando de lo mismo, pero en casa el panorama era dramático", dice Manuel García Otero, Churi, quien es incapaz de retener las lágrimas cada vez que vuelve la vista atrás. Miembro del comité de empresa, a sus 34 años asegura que "no me preocupa mi situación, sí la de mis compañeros, que ya está solucionada".

Y vuelve a llorar cuando cuenta que fueron "los días más tristes de mi existencia. Son cosas que no se pueden olvidar por mucho que vivas. Como cuando celebramos todos aquí, en fábrica, la Nochebuena". Por eso, cuando escuchó la sentencia absolutoria "comencé a recuperarme". "No somos sindicalistas", reconoce. "Alguien tenía que estar aquí y nos ha tocado a nosotros. Pero que nos digan si hicimos algo mal. Y ahí está la inocencia de los trabajadores".

El día que se conoció la sentencia en Vivero, se lanzaron fuegos artificiales. El ambiente de fiesta se apoderó de gran parte de la zona costera lucense que vive bajo la influencia de la factoría. Los Reyes Magos Regarán a San Ciprián con más de dos meses de retraso.

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