Ahorrar biberón

Santiago Ferrando tuvo que pasar la pesadilla de dos consejos de guerra pendientes por el delito de deserción. La zozobra no había concluido aún para Maite y Santiago.El pasado 4 de marzo se celebró, en el espacio de menos de una hora, la vista de los dos consejos de guerra en el Centro Regional de Mando. Santiago estuvo acompañado de su madre, su mujer y el mayor de sus hijos. El pequeño, José Ángel, de casi un año, que ha sido testigo impasible de la peripecia vivida por sus padres, pues se inició cuando él nació, se encontraba ingresado en el hospital infantil con neumonía.

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Santiago Ferrando tuvo que pasar la pesadilla de dos consejos de guerra pendientes por el delito de deserción. La zozobra no había concluido aún para Maite y Santiago.El pasado 4 de marzo se celebró, en el espacio de menos de una hora, la vista de los dos consejos de guerra en el Centro Regional de Mando. Santiago estuvo acompañado de su madre, su mujer y el mayor de sus hijos. El pequeño, José Ángel, de casi un año, que ha sido testigo impasible de la peripecia vivida por sus padres, pues se inició cuando él nació, se encontraba ingresado en el hospital infantil con neumonía.

Esta enfermedad del pequeño es un fiel reflejo de la fatalidad que persigue a esta familia. Maite, para ahorrar el biberón y la leche, amamantaba a . sus dos hijos al mismo tiempo, pese a que el mayor tenía 15 meses al nacer el pequeño. No tenían Seguridad Social ni prácticamente de nada.

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Ella tuvo que trabajar limpiando en varias casas, faenas que sigue haciendo en la actualidad, para sacar adelante la familia. A los tres días de dar a luz tuvo que ir de ventanilla en ventanilla para interesarse por el paradero de su esposo y tratar de arreglar los papeles.

La sentencia absolutoria coincide con un nuevo trabajo como albañil para Santiago. "Una nueva vida", asegura la pareja. La única ilusión del marido es seguir trabajando "para poder sacar adelante la familia".

De la experiencia vivida sólo les queda el recuerdo amargo de la impotencia, la burocracia y el temor ante el futuro incierto por las acusaciones que pesaban sobre él, que le podían haber llevado a condenas desde tres meses a dos años de cárcel por desertar.

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