Muerte evitable
A los 21 meses, José Ramón, movido por la curiosidad propia de su edad, ingirió una pequeña cantidad. de un líquido que su madre tenía. para limpiar el suelo. Tardó tan sólo seis horas en morir. Los esfuerzos y conocimientos de la medicina no sirvieron. Cinco horas fueron las que tardaron los médicos en saber la composición exacta del producto, aunque ello, debido a lo muy tóxico que era, tampoco le hubiera salvado.Fue una muerte inútil y avisada. En incontables ocasiones las sociedades médicas de pediatría -y entre ellas la española y la catalana-, los servicios de urgencias y, los médicos en...
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A los 21 meses, José Ramón, movido por la curiosidad propia de su edad, ingirió una pequeña cantidad. de un líquido que su madre tenía. para limpiar el suelo. Tardó tan sólo seis horas en morir. Los esfuerzos y conocimientos de la medicina no sirvieron. Cinco horas fueron las que tardaron los médicos en saber la composición exacta del producto, aunque ello, debido a lo muy tóxico que era, tampoco le hubiera salvado.Fue una muerte inútil y avisada. En incontables ocasiones las sociedades médicas de pediatría -y entre ellas la española y la catalana-, los servicios de urgencias y, los médicos en general han denunciado la necesidad de prevenir estos hechos. Ni los legisladores ni los empresarios les han escuchado.
El producto que mató a José Ramón es un potente veneno que se puede comprar sin problema, tiene un vistoso color, huele bien y carece de tapón de seguridad. Su composición es casi inaccesible para los médicos.
¿Es necesario disponer de un veneno así para limpiar el suelo? Y si su venta es imprescindible, que se tomen las medidas de precaución necesarias y conocidas (color, olor, tapón de seguridad, fórmula accesible, etcétera), aunque eso cueste algo de dinero.
Esta absurda Muerte hay que achacarla a la irresponsabilidad de los legisladores y de aquellos que fabrican estos productos. ¿Cuánto tardaremos en vivir otro caso igual? ¿Qué edad tendrá el próximo?-
jefe de Urgencias del hospital San Juan de Dios. Barcelona.