Los radar capaces de predecír las 'gotas frías' se instalarán con dos años de retraso

El Plan de Innovación Tecnológica emprendido por el Instituto Nacional de Meteorología (INM) en 1983, y que debía estar terminado y en funcionamiento en abril de 1997, arrastra un retraso de dos años como mínimo. El principal objetivo del plan se centra en la mejora general de las predicciones y, como pieza clave, en la instalación de una red de radar especializado en la predicción a muy corto plazo, para evitar en lo posible las trágicas consecuencias de desastres como las últimas inundaciones en el Levante español.

El Plan de Innovación Tecnológica se ideó precisamente a raíz de las i...

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El Plan de Innovación Tecnológica emprendido por el Instituto Nacional de Meteorología (INM) en 1983, y que debía estar terminado y en funcionamiento en abril de 1997, arrastra un retraso de dos años como mínimo. El principal objetivo del plan se centra en la mejora general de las predicciones y, como pieza clave, en la instalación de una red de radar especializado en la predicción a muy corto plazo, para evitar en lo posible las trágicas consecuencias de desastres como las últimas inundaciones en el Levante español.

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El Plan de Innovación Tecnológica se ideó precisamente a raíz de las inundaciones de octubre de 1982 en la costa mediterránea, en las que se registraron unos 70.000 millones de pesetas de pérdidas y la muerte de 40 personas. El plan se puso en marcha a principios de 1983, y, según sus propias previsiones, en abril de 1987 debía estar completamente terminado y en funcionamiento. Carlos María Contreras, director general del INM, que sucedió a González Haba, primer impulsor del plan, declaraba en mayo de 1984 que "en casos como éste [se refería al fenómeno de la gota fría], saber donde se van a producir las precipitaciones más intensas sólo es posible si se dispone de una vigilancia constante con radar meteorológicos e imágenes de alta resolución procedentes de satélites". El 6 de febrero de 1985, el Consejo de Ministros aprobó un gasto para su adquisición por valor de 1.460 millones de pesetas. Los documentos de presentación del plan insistían asimismo en que "con esos modernísimos aparatos tragedias como las del País Vasco y las regiones mediterráneas quizá puedan evitarse en gran medida.Los radar permiten tener continuamente localizadas las formaciones nubosas, su creación y desplazamientos, y son vitales para seguir paso a paso su evolución y poder prever con dos o tres horas de antelación el peligro de grandes precipitaciones, lo que posibilita la adopción de medidas de regulación en los embalses, la evacuación ordenada de la población civil en caso de necesidad, etcétera.

El actual director general del INM, Manuel Bautista, reconoce que ha habido un retraso en este aspecto del plan de innovación, aunque señala también que tal vez ha habido un exceso de optimismo en las previsiones: "La renovación tecnológica del instituto es mucho más compleja de lo que pueda parecer. Estamos hablando de la instalación y uso de una tecnología avanzada que muy pocos países tienen". Según se desarrollaban los diversos proyectos que forman el conjunto del plan, se iban revisando para incluir nuevos adelantos o técnicas que no se preveían en un principio. Esto ha sido una constante en todos los proyectos parciales, añadió el director, y en el caso de los radares se ha complicado por los trámites administrativos, incluidas las expropiaciones de terrenos.

Enero de 1988

En noviembre, nuevas inundaciones en la costa levantina ocasionaron nueve muertos y decenas de miles de millones de pérdidas.En cualquier caso, añadió Manuel Bautista, el primero de los radar se instalará en el término municipal de Autilla del Pino (Palencia) en enero de 1988; el segundo está previsto para febrero-marzo del mismo año en el monte Jata (Vizcaya); el tercero, en abril, en la localidad madrileña de Torrejón de Velasco; el cuarto, en mayo, en el término de Cullera (Valencia), y así sucesivamente, hasta que en junio de 1989 se instale el último de los 13 radar previstos, en el término de Artá, en las islas Baleares. A más largo plazo se instalarán tres más, en Almería, Badajoz y las islas Canarias. Los radar los fabrica Intelsa, del grupo de la compañía sueca Ericsson.

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Cada radar tiene un radio de acción de unos 200 kilómetros. Toda la información facilitada por cada radar se integrará casi en tiempo real en un sistema unificado para tener la visión de conjunto de todo el país.

El plan de innovación constaba de otros proyectos parciales, que han corrido mejor suerte que la red de radar. Así, el ordenador central, encargado de valorar la información transmitida por el Centro Europeo de Predicción a Plazo Medio, completada con los datos recogidos por la red de observación española, entró en funcionamiento el 11 de diciembre de 1984, y ha supuesto elevar en buena medida la calidad de las predicciones a medio plazo. También está implantado el sistema de comunicaciones que enlaza la red de observatorios diseminados por España (125 en total), datos que a su vez llegan al ordenador central. Proyectos que requieren la formación de personal cualificado.

El plan de innovación suscitó las expectativas de los meteorólogos españoles. Suponía ponerse en primera línea de la tecnología del sector. Las sucesivas ofertas públicas de empleo que se hicieron, las convocatorias de oposiciones, las presiones de los sindicatos, los amiguismos y otros factores originaron un desbarajuste de personal increíble, según expresión de un técnico cualificado del INM."Hasta el punto", añadió el citado funcionario, "que unos 300 funcionarios que aprobamos oposiciones nos encontramos con que nuestros puestos estaban cubiertos por negociaciones personales y no teníamos destino. Yo estuve más de cinco meses cobrando mi sueldo sin ir a trabajar por falta de un puesto concreto, y como yo estuvieron muchos más, al tiempo que había observatorios con falta de personal".

Ángel Reija, presidente de la Asociación de Funcionarios del Cuerpo de Meteórólogos, denunció en varias ocasiones la impartición de cursos secretos de alta cualificación, que se reservaron a un núcleo de seis personas discriminando al colectivo general de funcionarios, así como la designación a dedo de puestos de responsabilidad.

Manuel Bautista reconoce que ese descontrol ha existido, pero sin que haya influido en el retraso. Al contrario, funcionarios consultados afirmaron que los problemas laborales y la desmoralización consiguiente sí han afectado a la calidad del trabajo en general.

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