Cartas al director

Vagón fantasma

Como todo el mundo sabe, "Mejora tu tren de vida" es un reclamo publicitario que actualmente nos es lanzado con reiteración por nuestra inefable Renfe. Reclamo que, cual mensaje sibilino, es necesario descifrar y que, imbuido del deber de solidaridad que a todos nos obliga, voy a intentar esclarecer para provecho y estímulo de la ciudadanía.Y ello porque en la tarde del pasado día 7 he tenido la fortuna de verme implicado en estos hechos: mi hija adquirió un billete Madrid-París para el exprés Costa del Sol, en el que se establecía que su reserva se situaba en el vagón número 69. Al lle...

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Como todo el mundo sabe, "Mejora tu tren de vida" es un reclamo publicitario que actualmente nos es lanzado con reiteración por nuestra inefable Renfe. Reclamo que, cual mensaje sibilino, es necesario descifrar y que, imbuido del deber de solidaridad que a todos nos obliga, voy a intentar esclarecer para provecho y estímulo de la ciudadanía.Y ello porque en la tarde del pasado día 7 he tenido la fortuna de verme implicado en estos hechos: mi hija adquirió un billete Madrid-París para el exprés Costa del Sol, en el que se establecía que su reserva se situaba en el vagón número 69. Al llegar a la vía número 12 de la estación de Chamartín, donde se hallaba formada dicha composición, acompañando a mi hija, pude comprobar que el susodicho vagón, primero que debía ser por la cabeza del tren, había desaparecido y que su lugar lo ocupaba el vagón auto-tren.

Interrogados los empleados ferroviarios presentes, no fue posible obtener la más mínima información sobre el paradero de aquél, remitiéndoseme al jefe de estación, cuyo despacho está ubicado en la vía primera.

Pues bien, tras recorrer la no despreciable distancia entre ambas vías, con la consiguiente subida y bajada al y del vestíbulo central, sudoroso y agitado por el calor y el apresuramiento dada la premura de tiempo, me vi sorprendido por la perplejidad reflejada en la cara del responsable de la estación (muy amable, por cierto), quien tampoco conocía lo ocurrido con el vagón fantasma, y que, tras intentar infructuosamente telefonear por tres aparatos distintos (supongo que serían interfonos), se ausentó unos instantes para aparecer acompañado de otro ferroviario uniformado al que oí decir que suspendería la salida del tren hasta recibir su autorización expresa. A continuación me pidió que le acompañase, y nos dirigimos al despacho de billetes internacionales del vestíbulo central, donde preguntó si tenían noticias de la retirada del vagón 69, recibiendo respuesta negativa, por lo que, tras revisar el listado de los billetes expedidos y por despachar, ordenó que se bloqueara la venta de 80 plazas.

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Por fin nos dirigimos a la vía 12, donde todos los aspirantes a viajeros del vagón 69 provistos de billetes, en gran parte extranjeros, se hallaban arremolinados frente al vagón auto-tren, pensando sin duda que tendrían que viajar instalados en los vehículos en él estibados, y comunicó a aquéllos que podían instalarse en las plazas no ocupadas de todos los otros vagones de la composición, cuyo efecto daría instrucciones los empleados que controlaban el acceso a los mismos.

Esto provocó el éxodo de los pacientes usuarios -no se produjo la más mínima protesta-, que, cargados con sus bártulos, se fueron distribuyendo por el tren, en cuyo momento abandoné la estación, cuando ya se había demorado un cuarto de hora la salida de éste.

Lógicamente, la incompetencia e ineficacia organizativa de una empresa pública que tanto nos cuesta a todos los ciudadanos me llenaron de indignación, y sentí rubor ajeno frente a los usuarios extranjeros que habían padecido un trato tan desconsiderado (ni la menor advertencia, ni la más mínima disculpa). Abogado. Madrid.

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