El inimitable Astaire

Primero estaba su aspecto, que no valía gran cosa. Pero cuando se ponía el sombrero de copa era pura elegancia. Después estaba su voz, seca, astringente, pero que se adueñaba de las canciones. Y, finalmente, estaba su forma de bailar, que convirtió en gran arte. Él danzó con gente maravillosa y magníficos compositores trabajaron para él. Una niña lloró cuando vio una de sus películas. Dijo que se sentía muy triste cuando Fred Astaire abandonaba la habitación. Y eso es lo que ha ocurrido. 24 de junio...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Primero estaba su aspecto, que no valía gran cosa. Pero cuando se ponía el sombrero de copa era pura elegancia. Después estaba su voz, seca, astringente, pero que se adueñaba de las canciones. Y, finalmente, estaba su forma de bailar, que convirtió en gran arte. Él danzó con gente maravillosa y magníficos compositores trabajaron para él. Una niña lloró cuando vio una de sus películas. Dijo que se sentía muy triste cuando Fred Astaire abandonaba la habitación. Y eso es lo que ha ocurrido. 24 de junio

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En