Cartas al director

Protestante

Hace muy poco tiempo, apenas unas semanas, que los protestantes (por utilizar el término con que ustedes, la Prensa, se empeñan en designarnos, pese a nuestra insistencia y preferencia por el de evangélicos) hemos protagonizado una (le esas raras ocasiones en que nuestra existencia es noticia y actualidad: el inicio de negociaciones para la firma de acuerdos con el Estado.Por eso nos duele, humilla y subleva que los medios de comunicación más influyentes del país (como EL PAÍS) quieran contrarrestar las débiles simpatías incipientes de la opinión pública hacia nosotros. Me refiero c...

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Hace muy poco tiempo, apenas unas semanas, que los protestantes (por utilizar el término con que ustedes, la Prensa, se empeñan en designarnos, pese a nuestra insistencia y preferencia por el de evangélicos) hemos protagonizado una (le esas raras ocasiones en que nuestra existencia es noticia y actualidad: el inicio de negociaciones para la firma de acuerdos con el Estado.Por eso nos duele, humilla y subleva que los medios de comunicación más influyentes del país (como EL PAÍS) quieran contrarrestar las débiles simpatías incipientes de la opinión pública hacia nosotros. Me refiero concretamente al artículo curiosamente titulado Hart y la hipocresía protestante, y comprensiblemente firmado por lam Gibson.

Varios puntos del mismo descalifican por completo al escrito y a su autor. En primer lugar, Gibson no alude a la ética protestante sino al final del texto, cuando, quizá para justificar un titular más sensacionalista que congruente, argumenta que la falta de confesonarios en la práctica religiosa evangélica impulsa a la busca de "válvulas de escape", como ha sucedido recientemente con el escándalo Hart. Menciona el escritor irlandés los casos de Francia, España e Italia. Ejemplos que, conocemos bien. ¿Dónde está la auténtica hi-

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pocresia. , periodismo amarillo que nada tiene que vej' - con la creencia religiosa de un pueblo o en la culpa escondida y amparada en las rejas del confesonario, mitigada después por un perdón superficial y en ningún modo divino?

Más preguntas: ¿por qué esa manía aciaga de asociar los extravíos sexuales y errores políticos con la identificación protestante de quien los comete cuando de la tal se trata? ¿Quién habló del catolicismo (exhibido, por demás, barbilla en alto por toda la familia) de los Kermedy cuando se supo de los escarceos amorosos del presidente asesinado? ¿Quien habla hoy de los católicos Kennedy cuando aún les salpica el barro de sus incursiones en las drogas, el sexo o la fraudulencia?

El artículo de Ian Gibson no quiere sino añadir papel y tinta a un caso tan inanido por la Prensa como el de Gary Hart. Pero su asociación al protestantismo, calificado además de "hipócrita", aunque sólo sea una excusa y no le ofrezca argumentación sólida, es de todo punto insultante. El pueblo español no ha visto hipocresía alguna en las relaciones que a lo largo de 30 años venimos manteniendo con las distintas Administraciones del Estado español. Nuestra postura ha sido clara. Hemos sido sinceros. Estamos colaborando a crear un ambiente de concordia y entendimiento religioso en nuestro país. La hipocresía, creemos, radica en quien, como el señor Gibson, tal vez pretenda trasladar a esta España aconfesional las luchas intestinas entre católicos y protestantes de su Dublín natal.- Periodista y presidente de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España.

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