Cartas al director

El debate del aborto

En el programa Debate sobre el aborto, dirigido por Victoria Prego en TVE el pasado jueves 15 de enero, parecían más elocuentes las manos de trabajadora de Rosa María Martín que las sabias palabras de la señora. Isabel Tocino; más elocuente la fuerza de su razón que las florituras de doña María Teresa de la Vega; más elocuentes sus explicaciones sencillas, pero diáfanas, que los melifluos consejos y tecnil,cismos médicos de la doctora Dolors Voltas. La abogada Cristina Almeida se dio cuenta de ello y le cedió la palabra en un momento en que Rosa María la interrumpía.Porque a Rosa María ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

En el programa Debate sobre el aborto, dirigido por Victoria Prego en TVE el pasado jueves 15 de enero, parecían más elocuentes las manos de trabajadora de Rosa María Martín que las sabias palabras de la señora. Isabel Tocino; más elocuente la fuerza de su razón que las florituras de doña María Teresa de la Vega; más elocuentes sus explicaciones sencillas, pero diáfanas, que los melifluos consejos y tecnil,cismos médicos de la doctora Dolors Voltas. La abogada Cristina Almeida se dio cuenta de ello y le cedió la palabra en un momento en que Rosa María la interrumpía.Porque a Rosa María le pasaba lo que yo les oía decir a unas mujeres comunistas de un pueblo de Córdoba: "Mira, vosotras, las que tenéis estudios, os explicáis muy bien, pero nosotras llevamos el comunismo en la masa de la sangre". Rosa María hablaba desde su sangre -y nunca mejor dicho-, desde su vida y desde su amor de madre (no sólo las señoras que se oponen a uria ley del aborto aman a sus hijos, creo).

Más información

Fueron las mujeres de este mismo pueblo cordobés las que me abrieron los ojos al drama de los embarazos no deseados, allá por el año 1971: las "señoritas" del pueblo organizaban un desayuno el día de la Candelaria e invitaban a todas las mujeres del pueblo que habían parido aquel año. El desayuno se servía después de la presentación de los niños a la Virgen. Me invitaron porque estaba en aquellas circunstancias, y una de las madres presentes me comentó que aquel era el quinto hijo que presentaba en cinco años, y añadió: "Yo es que no los efbarato (desbaratar, en castellano). Todas las que ve usted en el pueblo que tengan sólo dos o tres hijos es porque a los demás los efbaratan. No hay más remedio, con lo mal que está la vida, pero a mí me da mucho miedo, ¿sabe usted?". Tuve oportunidad de constatar este hecho durante los años que viví allí, y comprobé además que, mientras las que teníamos estudios y las que tenían dinero podíamos disponer de los métodos anticonceptivo s, las mujeres del pueblo como éstas y como Rosa María Martín no los tenían a su alcance, porque los médicos se los negaban y encima les echaban un sermoncico cristiano del estilo de los que tuvo que soportar valientemente Rosa María la otra noche. Pero su contestación a la señoira Tocino era de dificil réplica: "Tenga usted 20 hijos sí quiere, pero no me obligue a, mí a tenerlos". Rosa María Martín me pareció la más elocuente de todas las señoras de la mesa. La noche fue de ella, como ya ha. comentado Maruja Torres en este mismo diario.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En