Cartas al director

Pedagogía en carreterera

Después de leer el artículo de última página de Vicente Verdú Escuela, uno no puede resistir la tentación de expresar la desazón -creo que generalizada- que produce entre los profesionales de la enseñanza la lectura de tan desafortunada e inconsistente columna periodística. No es la prímera vez que ocurre.No tengo la intención de entrar a debatir y rebatir en profundidad pormenores didácticos y educativos con ese señor, que parece dotado especialmente por la sabia naturaleza para desempeñar las labores didácticas que a otros nos suponen, si no lágrimas, sí algún goterón de sudor, y que a él le...

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Después de leer el artículo de última página de Vicente Verdú Escuela, uno no puede resistir la tentación de expresar la desazón -creo que generalizada- que produce entre los profesionales de la enseñanza la lectura de tan desafortunada e inconsistente columna periodística. No es la prímera vez que ocurre.No tengo la intención de entrar a debatir y rebatir en profundidad pormenores didácticos y educativos con ese señor, que parece dotado especialmente por la sabia naturaleza para desempeñar las labores didácticas que a otros nos suponen, si no lágrimas, sí algún goterón de sudor, y que a él le resultan pan comido.

Mi intención no es otra que la de advertir que cualquiera no debe disponerse a hablar, así, por las buenas, sin un mínimo de reflexión, detenimiento y decoro, sobre un asunto tan complejo y abierto, sobre el que es prácticamente imposible establecer paradigmas inamovibles y concluidos.

Vicente Verdú, brillante instaurador de la pedagogía en carretera, falta al respeto a aquellos de nosotros que trabajamos e investigamos (fuera de nuestras horas laborales) para que chicos como el de Vicente Verdú puedan disfrutar y aprender en la escuela y no tengan que soportar al pesado de su padre en una maratoniana clase de matemáticas al estilo los números, con carretera entran.- y tres firmas más.

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