Carolyn Richmond

La principal crítica de Clarín y Gómez de la Serna no ama a sus autores

Aprendí el español muy tarde, pasados los 20 años", comenta Carolyn Richmond, con leve tono e disculpa, pero con la insinuación de que casi ada es imposible para ella. Esta estadounidense e Nueva Inglaterra apenas tenía referencias españolas en 1959, la primera vez que pisó este país. "Parece un cliché, pero España me enamoró". De vuelta a Nueva York, estudió literatura castellana. Estudiosa de Clarín y dedicada ahora a Gómez de la Serna, asegura, sin embargo, que ambos autores no le gustan como personas.

Carolyn Richmond tiene a sus 48 años un aspecto de mujer de edad indefinida, dilu...

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Aprendí el español muy tarde, pasados los 20 años", comenta Carolyn Richmond, con leve tono e disculpa, pero con la insinuación de que casi ada es imposible para ella. Esta estadounidense e Nueva Inglaterra apenas tenía referencias españolas en 1959, la primera vez que pisó este país. "Parece un cliché, pero España me enamoró". De vuelta a Nueva York, estudió literatura castellana. Estudiosa de Clarín y dedicada ahora a Gómez de la Serna, asegura, sin embargo, que ambos autores no le gustan como personas.

Carolyn Richmond tiene a sus 48 años un aspecto de mujer de edad indefinida, diluida en ese moño con la raya en medio que parece elegido para ponerse falsamente más años, y un rostro fino que, por contraste, apenas presenta huellas del paso del tiempo. Reservada, casi hermética en lo que se refiere a, cuestiones privadas, la palidez de su rostro le proporciona un falso aire delicado y enfermizo que, a la postre, se con vierte en tenacidad cuando se trata de hablar de literatura. La segunda vez que vino a España, en 1966, no pudo encontrar La Regenta en las librerías. Se conmemoraban los 25 años de la paz franquista, pero el personaje de Ana Ozores seguía siendo rehén de la censura.

"Tuve que leerlo en la biblioteca del Consejo, en la edición original; con unos dibujos preciosos, por cierto. Yo había venido para un año, con una beca Fulbright, y ahora me doy cuenta de que veía España con ojos de extranjera; no era consciente de que, a pesar de todo, comenzaba la apertura". Los años han pasado y Carolyn Richmond reparte su vida entre Madrid y Nueva York, donde sólo reside durante el curso. Especializada en literatura española de los siglos XIX y XX, hizo su tesis doctoral sobre Su unico hijo, de Clarín, y siguió haciendo de detective en el resto de la obra de Leopoldo Alas. "Clarín me parece un escritor extraordinario sobre el que existía un vacío en la crítica. Cuanto más profundizo en su obra me gusta más. Pero no me gusta como hombre. Su creación del personaje de Ana Ozores es postiza, porque Clarín no tenía simpatía a las mujeres. Pero eso no es una contradicción, porque yo no trato a los escritores como amigos. No es su personalidad la que me cautiva, sino su obra". No obstante, reconoce que en Clarín no puede separarse la vida y la obra, porque la personalidad y la vida de Leopoldo Alas se reflejan y se imponen en lo que escribe. Por el contrario, Benito Pérez Galdós, uno de sus escritores preferidos, puede analizarse "al margen de su vida"."Me gustaría profundizar en él, pero hay ya tantos galdosistas...".

Se considera instintiva a la hora de elegir a sus autores. En el presente trabaja sobre Ramón Gómez de la Serna, sobre quien ya publicó en 1982 la edición crítica de La quinta de Palmira. Ahora ultima sus notas y análisis críticos de El secuestro del Acueducto, que publicará el próximo mes de octubre.

"A Julio, el hermano de Ramón Gómez de la Serna, le dije muchas veces que si le hubiera conocido no me habría gustado. A Ramón le ha perjudicado mucho su personalidad, que a veces se superpone a su obra. A mí me parece un excelente escritor y me gustaría seguir trabajando sobre él, sobre todo de cara a su centenario, en 1988".

Miguel Delibes y Francisco Ayala, de quien ha traducido al inglés Los usurpadores, también han despertado su interés. "No creo que el crítico sea inferior al autor y me sorprende que algunos se sientan escritores frustrados. La nuestra es otra forma de escritura y los autores nos necesitan. Somos su espejo".

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