MÉXICO 86

Victoria de Brasil gracias a un error argelino

J. D. GONZÁLEZ ENVIADO ESPECIAL Argelia aguantó 67 minutos a Brasil, pero, fundamentalmente, dio una lección a España. Y se la dio por sentido estratégico y presencia de ánimo. Los argelinos salieron conscientes de que echarse atrás a ver llegar camisetas amarillas sería tan absurdo como poco práctico. Optaron, simplemente, por intentar jugar el partido y eso, unido a la desgana de Brasil, retrasó su derrota. Sólo un error de Meyayi propició el gol de Careca que abrió el triunfo para Brasil, confirmando la conocida tesis de la torcida de que, en materia fútbolística, Dios ...

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J. D. GONZÁLEZ ENVIADO ESPECIAL Argelia aguantó 67 minutos a Brasil, pero, fundamentalmente, dio una lección a España. Y se la dio por sentido estratégico y presencia de ánimo. Los argelinos salieron conscientes de que echarse atrás a ver llegar camisetas amarillas sería tan absurdo como poco práctico. Optaron, simplemente, por intentar jugar el partido y eso, unido a la desgana de Brasil, retrasó su derrota. Sólo un error de Meyayi propició el gol de Careca que abrió el triunfo para Brasil, confirmando la conocida tesis de la torcida de que, en materia fútbolística, Dios es brasileño.

Rabali Saadani, seleccionador de Argelia, había dicho antes del partido que le preocupaba más la actuación del árbitro, visto lo ocurrido contra España, que la propia categoría de los futbolistas brasileños. Tal alarde de optimismo en la parte final de su declaración había sentado claramente a farol. Pero lo cierto es que no fue tal. Alineó a todos sus mejores elementos de ataque, los extremos Mayer y Salah, al ariete Menad y a su estrella, Bellumi, que no había sido titular contra Irlanda del Norte.

Incluso las acciones individuales de Salab por la izquierda, aprovechando desde el minuto 10 la falta de un lateral clásico porque Edson se había retirado, lesionado, y su puesto pasó a cubrirlo el centrocampista Alemão, llevaron algún desconcierto a la zaga brasileña.

A Argelia, de todas formas, se la notaba en tensión a la hora de contener los ataques brasileños. Eso se notaba, sobre todo, cuando veía aparecer de repente a Junior, cuando divisaba la alargada figura de Sócrates y a la hora de controlar las habilidades de Careca o el juego por alto de Casagrande.

Brasil tuvo ocasiones de gol, no muchas para lo que se esperaba, y pudo marcar cuando un tirazo de Junior, un jugador que maneja a sus compañeros en el campo con la misma categoría que dirige una escuela de samba en Brasil, fue rechazado por el portero y, finalmente, Careca echó el balon fuera o bien en un remate de Casagrande con la cabeza que volvió a sacar en buena intervención el portero argelino, al que posteriormente le hicieron falta antes de que el balón acabase en la red, e incluso con una de las mejores armas de Brasil, los lanzamientos a distancia, cuando, en el minuto 37, el central, Julio César, agarró un cañonazo que se estrelló en el travesaño. Pero el mérito de Argelia radicó en no volverle nunca la cara al partido.

Faltaba por saber hasta dónde llegaría el fútbol argelino, bien asentado tácticamente en el doble marcaje individual sobre Careca y Casagrande y en un aceptable manejo del balón en el juego corto. Por lo pronto, nada más empezar la segunda parte, Argelia volvió a envidar fuerte cuando Bellumi, en posición forzada, remató bien e hizo estirarse a Carlos.

Aquello parecía ir en serio, todo lo contrario de la imagen que daban los jugadores brasileños, confiados en que tarde o temprano, sin esforzarse demasiado, llegarían a la victoria. La afición local empezó, a jalear algunas jugadas argelinas, ante la sorpresa de sus amigos brasileflos, y la partida de cartas pudo tomar otro rumbo de no haber salvado Edinho un remate de Salali que ya entraba.

Brasil era un puro desconcierto, un equipo apático y sin ganas de forzar la máquina. Sócrates intentaba desde el centro del campo hacer terapia de grupo con sus compañeros para aliviar su descontrol y Telé Santana volvió a recurrir al veloz y agresivo Müller, un jugador que es miembro de una congregación cristiana llamada Los Atletas de Cristo y que intentó darle otro soplo al asunto. Brasil pudo llegar al gol en un remate del lateral Branco, que pego en el poste. Finalmente, aldefensa argelino Meyayi se le fundieron los plomos y permitió que Careca, avispado para surgir desde atrás, fusilara fácilmente al portero Drid.

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