Cartas al director

Integración social

Recurro a su periódico, apelando a la responsabilidad que contrajo al recibir el Premio Reina Sofía (1983) a la mejor labor en favor de la integración social de los minusválidos, para reforzar el interés sobre la situación de muchos minusválidos, en un momento decisivo para su futura consideración social.Ahora, cuando muchos profesores, padres y alumnos se esfuerzan ilusionados por demostrar, especialmente dentro del marco de un proyecto ministerial de planificación de la integración escolar a lo largo de ocho años (aparte de otras muchas experiencias integradoras aisladas), que el suje...

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Recurro a su periódico, apelando a la responsabilidad que contrajo al recibir el Premio Reina Sofía (1983) a la mejor labor en favor de la integración social de los minusválidos, para reforzar el interés sobre la situación de muchos minusválidos, en un momento decisivo para su futura consideración social.Ahora, cuando muchos profesores, padres y alumnos se esfuerzan ilusionados por demostrar, especialmente dentro del marco de un proyecto ministerial de planificación de la integración escolar a lo largo de ocho años (aparte de otras muchas experiencias integradoras aisladas), que el sujeto deficiente puede salir favorecido con el empleo compartido de los servicios socioeducativos normales que disfrutan los sujetos ordinarios, es el momento de apoyar les, trabajando por una sensibilización de la comunidad, que más adelante, acogiendo o rechazando, va a confirmar el éxito o el desvanecimiento dentro de los muros de las aulas, de la integración escolar.

Aquel premio debe servirles de estímulo para mantener una actitud de crítica y rechazo de los prejuicios sociales por los que muchos minusválidos, al diferenciarse de una normalidad puesta en descrédito ante cualquier análisis racional, han sido segregados, en numerosas ocasiones, en guetos asistenciales, con un irreparable déficit de estímulos ambientales, sin merecer tan siquiera una revisión y cuestionamiento crítico de los rígidos criterios técnico-ideológicos empleados. -

Todos, sintiéndonos aludidos, debemos aceptar la responsabilidad de comprender los problemas, deseos y aspiraciones de los minusválidos a través del conocimiento de sus capacidades y limitaciones, tratando de desterrar actitudes paternalistas y piadosas, excusas encubridoras, en su mayoría, del abandono y la asepsia en la que se les ha venido manteniendo.

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Debemos asumir el reto de alcanzar el nivel de aceptación social demostrado por otros países europeos (por ejemplo, los escandinavos) que nos preceden en 20 años, tanto en legislación como en medidas técnicas concretas; eso sí, contando con dotaciones económicas muy superiores.

En estos países, no como aún en el nuestro, el anhelo por una mejora social no contrasta con situaciones de segregación y prejuicio, ya desterrados por alternativas integradoras. Nosotros, que aspiramos a integrarnos totalmente en Europa, podemos comenzar por integrar en nuestra convivencia cotidiana a nuestros minusválidos.

Y es que hay muchos caminos para llegar a Europa.-

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