Tribuna:

Bases

Lo que está ocurriendo aquí es un asunto de bases. No sólo el dilema mareante de tener que elegir entre las futuras bases otánicas, que son estratégicamente americanas, y las actuales bases americanas, que serán estratégicamente otánicas. Hablo de las bases políticas propiamente dichas. La rebelión de las bases debería titularse esto si la maqueta inflexible de la columna admitiera varias palabras.En la época de Ortega, -un día las masas decidieron hacer caso omiso de las directrices de las elites y se dedicaron a ocupar las plateas de los privilegiados, a consumir sin recato y a llenar...

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Lo que está ocurriendo aquí es un asunto de bases. No sólo el dilema mareante de tener que elegir entre las futuras bases otánicas, que son estratégicamente americanas, y las actuales bases americanas, que serán estratégicamente otánicas. Hablo de las bases políticas propiamente dichas. La rebelión de las bases debería titularse esto si la maqueta inflexible de la columna admitiera varias palabras.En la época de Ortega, -un día las masas decidieron hacer caso omiso de las directrices de las elites y se dedicaron a ocupar las plateas de los privilegiados, a consumir sin recato y a llenarlo todo. La rebelión de las masas provocada por la segunda industrialización fue un caso de desobediencia civil de las clases medias, el primero y el único. La rebelión de las bases originada por los idus de marzo es el primer caso de desobediencia civil de las clases politizadas desde la transición, pero no será el último.

Lo de menos en este maldito embrollo es que haya unos tipos más o menos conocidos que digan públicamente nones, bueno, apáñatelas como puedas o viva Cartagena. Lo novedoso es que las bases ya no obedecen las consignas de sus líderes, de sus siglas del alma, de sus congresos anuales, de sus pegatinas electorales. Y justamente porque las bases andan en estado de rebeldía recurren a las firmas. Es el principio gris de subsidiariedad. Surgen los manifiestos cuando escasean los manifestantes.

El tormento del PSOE es que le fallan sus votantes y los viejos carnés en el momento del sí, incluso del psi. El vértigo de Coalición Popular es que sólo un ridículo tanto por ciento de su electorado y cotizantes acepta las órdenes sargentonas de Fraga. El drama de los comunistas es que votarán como un solo hombre el 12, pero continuarán el 13 jugando a la ruleta rusa de los güelfos y los gibelinos. Y así sucesivamente. Los líderes proponen algo y las bases deciden lo contrario. No importa el resultado de referéndum. Lo sorprendente es que en los países europeos la desobediencia civil es asunto de minorías, pero aquí empieza a ser cosa de masas. Y eso anuncia el fin de lo político.

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