ANTE LAS PRÓXIMAS ELECCIONES FRANCESAS

Raymond Barre se instala en el punto sin retorno

Si el próximo 16 de marzo las elecciones fueran presidenciales, y no legislativas, Frangois Mitterrand tendría su peor enemigo en Raymond Barre, una de las personalidades más singulares de la escena política francesa, a quien los repetidos sondeos de popularidad colocan desde hace meses muy por encima de cualquier otro candidato, sea de oposición, como él, o socialista. El 57% de sus compatriotas piensa que sería un buen inquilino del Elíseo.La personalidad y la historia de los dos hombres no pueden ser más distintas. Barre, catedrático de ciencias económicas, llegó tarde a la política....

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Si el próximo 16 de marzo las elecciones fueran presidenciales, y no legislativas, Frangois Mitterrand tendría su peor enemigo en Raymond Barre, una de las personalidades más singulares de la escena política francesa, a quien los repetidos sondeos de popularidad colocan desde hace meses muy por encima de cualquier otro candidato, sea de oposición, como él, o socialista. El 57% de sus compatriotas piensa que sería un buen inquilino del Elíseo.La personalidad y la historia de los dos hombres no pueden ser más distintas. Barre, catedrático de ciencias económicas, llegó tarde a la política. Nacido hace 62 años en la isla de La Reunión, hijo de un comerciante que quebró fraudulentamente y que pasó por la cárcel y a quien no volvió a ver desde que tenía cuatro años, pese a que murió en París en 1975, su carrera parecía destinada exclusivarnente a la universidad. Su vida en La Reunión se limitaba a sus estudios, su madre y su abuelo materno, un conocido cirujano.

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Su irrupción en la política se debe casi a una casualidad. Uno de sus antiguos profesores fue nombrado ministro de Industria e insistió para nombrarle jefe de su gabinete, en 1959. Ocho años más tarde era ya lo suficientemente conocido como para que De Gaulle le propusiera un cargo importante, pero no en la Administración francesa, sino como Comisario Europeo y vicepresidente de la comisión de Bruselas. Allí estuvo hasta 1973 y allí trató al entonces ministro de Finanzas, Valery Giscard D'Estaing. Cuando Giscard fue elegido presidente de la República, recomendó a su primer ministro Jacques Chirac que recurriera al antiguo comisario para la cartera de comercio exterior. Barre necesitó sólo ocho meses para reemplazar al propio Chirac como jefe de Gobierno.

Los gauilistas no le reconocieron nunca como uno de los suyos, y no sin razón. Raymond Barre ha conseguido mantenerse siempre fuera de los partidos políticos. Como diputado por Lyon se integra en el grupo parlamentario de la UDF, pero jamás ha aceptado que los líderes de esa coalición o los del RPR, de Chirac, le reclamen disciplina. "El microcosmos de los partidos no me interesa", asegura aún hoy.

Realizar un sueño

Su ambición está clara: sustituir a François Mitterrand en la presidencia de la República. Toda su actividad desde hace más de un año se dirige hacia ese objetivo. Ha sido él quien lanzó, a principios de 1985, la polémica de la coexistencia con Mitterrand, en el caso de que la oposición gane las elecciones legislativas. Su estrategia es lograr que los comicios para la Asamblea Nacional se conviertan, además, en un referéndum contra el presidente de la República, de forma que éste, ante la victoria aplastante del centro-derecha y la negativa de los ganadores a formar Gobierno bajo su sombra, se viera obligado a dimitir. En ese caso, su sueño se convertiría en realidad: ni Chirac ni Giscard rozan siquiera su popularidad. UDF y RPR tendrían que recurrir a él como candidato al Elíseo.

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El plan de Barre encuentra más dificultades de las previstas, no sólo porque Mitterrand no está dispuesto a abandonar en ningún caso, sino también porque sus ambiciones personales chocan con las de los otros líderes del centroderecha, que no tienen ningún interés en adelantar las elecciones presidencias y que, aún pregonando públicamente la unión, intentan aislar a Raymond Barre.

La reacción del ex primer ministro ha sido feroz. Barre ha afirmado que no votará la confianza de un Gobierno dispuesto a coexistir con Mitterrand y se ha negado a asistir a una cumbre unitaria propuesta por Giscard D'Estaing para contrarrestar el daño que causa esta polémica en las filas de la oposición.

El catedrático de Economía corre el riesgo de aparecer ante la opinión pública como un aguafiestas, un francotirador que impide la unidad por intereses exclusivamente personales. Barre pareció consciente de ello y moderó su lenguaje: anunció que apoyaría el programa electoral UDF-RPR (que había calificado antes de catálogo de Trois Suisses, algo así como catálogo de Sepu) y retiró sus acusaciones de demagogo hacia Jacques Chirac. La estrategia de sus colegas le ha llevado, sin embargo, en los últimos días a olvidar todas las precauciones y a lanzarse a un violento ataque. "No tiene partido", dicen. "Vamos a aislarle", aseguran. "Han inventado una nueva forma de tiranía microcosmiana, la unidad", afirmó en un reciente mitin. Barre está prestando su apoyo a un cierto número de candidatos de la UDF que están próximos a sus ideas, pero también a algunos independientes que fueron rechazados en las listas de la oposición precisamente por su barrismo. El catedrático de Economía ("un hombre cuadrado en un cuerpo redondo", según la definición de uno de sus enemigos) ha llegado ya al punto de no retorno.

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