Tribuna:

Ellas

Y me pregunto yo, ¿qué diantres será eso de la femineidad?El diccionario dice: "Calidad de femenino". Y femenino, a su vez, significa "propio de mujeres". Es decir, una definición indefinida, rematadamente boba, tautológica. Sigo sin enterarme, es una angustia. ¿Qué podrá ser aquello que es ancestralmente propio de mujeres, cuando las mujeres jamás han poseído propiedades? Por ejemplo: en este país, y hasta 1975, las señoras casadas no eran dueñas ni tan siquiera de un botón, de esos botones que cosían incansablemente en las pulcras camisas conyugales. O sea, que no me aclaro.

La femine...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Y me pregunto yo, ¿qué diantres será eso de la femineidad?El diccionario dice: "Calidad de femenino". Y femenino, a su vez, significa "propio de mujeres". Es decir, una definición indefinida, rematadamente boba, tautológica. Sigo sin enterarme, es una angustia. ¿Qué podrá ser aquello que es ancestralmente propio de mujeres, cuando las mujeres jamás han poseído propiedades? Por ejemplo: en este país, y hasta 1975, las señoras casadas no eran dueñas ni tan siquiera de un botón, de esos botones que cosían incansablemente en las pulcras camisas conyugales. O sea, que no me aclaro.

La femineidad, en fin, ese misterio. Conozco mujeres, y algunas hasta se consideran feministas, que actúan de una manera harto chocante. No son muchas, pero existir existen, desde luego. Verán, es muy curioso: se trata de personas absolutamente normales, a veces incluso encantadoras, siempre que se encuentren sólo entre otras hembras. Pero basta con que asome un varón en lontananza para que, zas, les ataque un súbito pasmo en la sesera. Es prodigioso: empiezan a rodar los ojos, parpadean, el cuerpo se les llena de curvas de repente, se chupan los labios, sacan lengua, hacen mohínes, se ríen ante cualquier nimiedad como conejos, menean a ritmo de rumba las caderas, se entontecen de un modo insospechado y embadurnan el aire de melindres. Les aseguro que es una transformación aterradora. Se me ocurre que Stevenson debió de inspirarse en alguna dama semejante cuando escribió su clarividente Doctor Jekyll.

Pues bien, hay caballeros que creen que la femineidad es eso. Si ello es cierto, la definición del diccionario resultaría ser no sólo tonta, sino doblemente equivocada. Primero, porque no se trata de algo esencial de la mujer, sino de un estado anormal y pasajero, algo así como una enfermedad del ánimo interrupta. Segundo, porque no es propiamente femenino, ya que consiste en una pantomima inventada por ellos y para ellos, un espejo de vanidades masculinas.

Y por cierto, y ya que mencionamos el asunto, ¿tienen ustedes alguna idea de qué es eso de la masculinidad y en qué consiste?

Archivado En