Editorial:

Los intelectuales y el espacio europeo

LA PALABRA intelectual se acuñó para designar a un grupo heterogéneo de personas que cultivaban diferentes disciplinas pensantes situado frente a unos prejuicios racistas y nacionalistas y a un poder institucionalizado que devoraba una víctima inocente para fortalecer un poder brutal (caso Dreyfus, París, 1898).En este lapso -casi un siglo- el término ha tenido sus momentos de gloria, los de persecución y martirio y, ahora, los de una confusión y un cierto desistimiento. Palabra de compromiso, de participación activa en la sociedad, muchos la pervierten por una fuga de realidades...

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LA PALABRA intelectual se acuñó para designar a un grupo heterogéneo de personas que cultivaban diferentes disciplinas pensantes situado frente a unos prejuicios racistas y nacionalistas y a un poder institucionalizado que devoraba una víctima inocente para fortalecer un poder brutal (caso Dreyfus, París, 1898).En este lapso -casi un siglo- el término ha tenido sus momentos de gloria, los de persecución y martirio y, ahora, los de una confusión y un cierto desistimiento. Palabra de compromiso, de participación activa en la sociedad, muchos la pervierten por una fuga de realidades molestas o contradictorias, o por un narcisismo que les lleva más bien a la perfección de un oficio que a su uso !obre lo cotidiano.

El congreso que con el título de El espacio cultural europeo reúne desde hoy a más de cien intelectuales en Madrid trata de reintegrar ese trabajo, de sacarlo de algunas premisas fundacionales, útiles para principios de siglo pero desbordadas hoy por las nuevas formas de comunicación, y de extender la idea de Europa más allá del intercambio de mercancías, silos de armas o fronteras institucionales.

Europa está hoy desgarrada, en primer lugar, por una división real que secuestra el pensamiento en el centro y en el Este; en segundo lugar, por unas difusiones imperiales que tienen la propiedad de los grandes medios de comunicación; en tercer lugar, en el Oeste, por una posesión suave pero persistente ejercida por ministerios -Cultura, Ciencia, Educación, Información...- que codifican los medios del pensamiento libre y le encauzan hacia fines de poder.

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La inspiradora de este congreso, María Antonietta Macciocchi, establece como punto de partida de la actual confusión intelectual el fin de la guerra: una Europa derrotada y dividida, cuyos intelectuales se repartieron entre los dos grandes vencedores -la URSS y los Estados Unidos- para buscar éticas y fuerzas nuevas. Podríamos, sin embargo, remontarnos a situaciones anteriores: las que derivaron en una guerra mundial y en un enfrentamiento clásico de potencias que convertido en guerra fría fue en en el ámbito de los intelectuales una verdadera guerra civil.

Es decir, que mientras para unos -las potencias- se combatían cuestiones hegemónicas, para los otros se debatían cuestiones ideológicas. Lo que sucedió después, y hasta nuestros días, fue el primero lento, luego acelerado, descubrimiento de que la búsqueda de una opción ética no se correspondía con lo que estaba sucediendo en la realidad.

De este descubrimiento se desprendieron, en Occidente, al menos cuatro posiciones: una, la huida del centro europeo para buscar otros volúmenes culturales -orientalismo, mística, tercermundismo, primitivismo, indigenismo...- que trajeran el consuelo para la profunda herida. Otra, la entrega a lo formal y al aguzamiento del oficio -decorativismo, abstracción, lenguajismo, formalismos..-. La tercera, el silencio. Y la cuarta, en fin, la estamos viviendo en estos momentos: la separa bién total entre humanismo de un' lado y ciencia y tecnología de otro. Con esto último, el intelectual humanista y artístico está abominando frecuentemente de aquello sobre lo que debe influir y de lo que, a su vez, puede obtener nuevos y poderosos instrumentos.

Algunas de las mesas redondas que tratarán de hacer un trabajo práctico en este congreso tienen enunciados parte de estos temas: la ciencia en Europa, la bioética, las pruebas por la que pasa la democracia, los mass-media. El triunfo de este congreso se basará en que la búsqueda de lo unitario se haga desde la pluralidad, desde el contraste de las ideas y desde la circulación libre del pensamiento por encima no sólo de las fronteras interiores, sino de las que están cegadas por la división política y militar. Y serán eficaces los frutos del Congreso en la medida en que conminen a los intelectuales europeos a volver a adoptar una posición de compromiso y a la apertura de nuevas corrientes de interrelación y pensamiento.

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